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En julio de 2018 una polémica referida a un libro de arte se tomó las noticias y matinales en Chile. Un grupo de apoderados conservadores acusaron a un libro de texto de homosexualizar a niños de tercero básico, es decir, de entre 8 y 9 años. Ese libro había sido editado por el Museo Artequin y adquirido por el Ministerio de Educación Nacional, para ser distribuidos en las salas de clases de algunos colegios municipales y subvencionados, y ayudar a los niños a identificar los colores.
El extracto en cuestión, que fue largamente debatido en redes sociales, era la pintura El Jardín de las Delicias del artista neerlandés del siglo XV y XVI, El Bosco (Hieronymus Bosch). Una representación, en tres partes, de lo que él creía era la creación del mundo: el Edén, el Paraíso, el jardín de Dios y el Infierno.
Lo curioso de esta polémica fue la poca información que los detractores de la pintura tenían, de hecho le atribuían acciones y concepciones personales, muchas veces erradas, las que causaron el escándalo. Incluso, Ana Lucy Avilés, la mujer del Supertanker, conservadora por excelencia, declaró en Twitter: Más con los temas de abuso, tener imágenes de arte con figuras humanas con flores introducidas en una parte íntima, no veo el aporte para los niños. ¿Esto es parte del material del Mineduc hecho por el Movilh?.
Esto causó la risa y burla de miles de usuarios de esa plataforma, que vieron en la ignorancia de los atacantes la oportunidad perfecta para entregar sus propias opiniones sobre una de las mejores y más enigmáticas obras de la historia del arte.
Dos años antes de esa polémica, en 2016, y en la conmemoración de los 500 años de la muerte de El Bosco, el documentalista español José Luis López-Linares estrenó El Bosco, El jardín de los sueños, un viaje por la mítica obra que data de entre 1500 y 1505, que, si en la actualidad causa revuelo, en su época lo hizo mucho más.
El documental, producido por el Museo Nacional del Prado de Madrid el hogar de la pintura desde hace más de 80 años, realiza un paseo por el delirante mundo creado por El Bosco en su tríptico al óleo, donde se pueden observar más de cien escenas simultáneas, de lo que sería, según la imaginación del pintor, la creación, el jardín del Edén, y la decadencia de ese mundo perfecto.
Y para acompañarnos están distintos artistas de todas las áreas imaginables, que aprecian la obra desde sus experiencias personales, desde sus propios ojos. Entre ellos destacan el escritor turco, Orhan Pamuk; el pintor español, Miquel Barceló; la escritora colombiana, Laura Restrepo; el dramaturgo español, Albert Boadella; la autora brasileña, Nélida Píñon, y muchos otros exponentes del arte de todas las latitudes y disciplinas.
Para cada uno de ellos, y dependiendo su formación, El Jardín de las Delicias significa algo distinto. Porque esta obra y perdonen lo nerd de mi referencia funciona como una especie de Espejo de Oesed de Harry Potter a la inversa. La lógica de ese espejo mágico de la ficción creada por J.K. Rowling, era reflejar lo que una persona más añoraba y quería. En el caso de la pintura, refleja lo que cada persona ve en su interior, su mundo interno, extrapolado al cuadro.
Para cada uno significa algo diferente, porque se interpreta a partir de vivencias únicas, que no pueden ser comparadas ni medidas, con ninguna otra. Y aunque todos ven algo distinto, están de acuerdo en una cosa: algunas de las escenas pintadas por El Bosco son indescifrables.
A reflexionar sobre eso nos invita esta cinta, que se detiene en distintos momentos clave de la obra que, después de cien lustros, sigue deleitando y confundiendo a miles de espectadores. Algunos, como deja ver el documental, viajan desde lugares remotos hacia a España, específicamente para verla de cerca.
Sin ser una gran conocedora del arte, este documental logró ilustrarme y acercarme un poco más al misticismo de la mente de un artista. A entender sus motivaciones y contexto de trabajo. Porque, reapropiándome de la frase del director ruso, Andrei Tarkovsky, que sirve de apertura de la película, cuando una obra maestra nos conmueve, escuchamos en nuestro interior la misma llamada de la verdad que impulsó al artista a crearla.
Ya sea que veas el paraíso, el infierno o la homosexualización de miles de niños, lo cierto es que El Jardín de las Delicias marca a quien la observa. Y es una pieza clave, no tan sólo de la pintura, sino que de todo el arte como movimiento cultural, desde hace más de cinco siglos.
Este documental ilustra perfecto eso, la intertextualidad entre artistas, la inspiración que obtenemos de mirar a otros, y cómo podemos observarnos a nosotros mismos en un trabajo que se vuelve más actual cada vez que un nuevo espectador se detiene a revisarla.
Ficha Técnica
Título original: El Bosco. El jardín de los sueños.
Año: 2016.
Duración: 90 min.
País: España.
Dirección: José Luis López-Linares.
Guion: Cristina Otero.
Fotografía: José Luis López-Linares.
Reparto: Orhan Pamuk, Ludovico Einaudi, Carmen Iglesias, Nélida Piñón, Miquel Barceló, Max, Albert Boadella, Cees Nooteboom y Renée Fleming.