Por Javiera Catalán S.
Recurriendo a tópicos comunes de toda su filmografía como director, Clint Eastwood, de bien vividos 89 años, vuelve a la pantalla grande con El caso de Richard Jewell. Una historia basada en hechos reales, sobre el auge y caída de un héroe que busca la redención frente a una injusta acusación de una injusta institución.
En la cinta de 129 minutos, y que se estrena hoy en Chile, con guion de Billy Ray – responsable de los guiones de En defensa del honor y Capitán Phillips – cuenta la historia de Richard Jewell, interpretado por Paul Walter Hauser – a quien vimos en El infiltrado del KKKlan -, un policía wannabe, que alguna vez fue ayudante del alguacil y aún sueña con reintegrarse al brazo armado de la ley. Convertido en un fracaso a sus propios ojos, ve su gran oportunidad con la llegada de los Juegos Olímpicas del 96 a su ciudad, Atlanta, donde vive con su madre Bobi – Kathy Bates – que hace una de las mejores actuaciones de la película, y sostiene gran parte del drama y emotividad sobre ella.
Todo se complica en la trama – hasta ese punto un poco lenta e inconexa entre los personajes que se presentan – cuando estalla una bomba en el parque Centennial, lugar de concurridos conciertos, y donde Richard Jewell se desempeña como guardia de seguridad. Pero todo se complica aún más cuando el FBI pone como a Jewell como sospechoso N°1, debido a sus antecedentes de fanático de las fuerzas de orden y necesidad de atención. El asedio mediático se vuelve insoportable debido a una acusación puesta en marcha por los medios de comunicación inescrupulosos, personificados en Kathy Scruggs, interpretada por Olivia Wilde. Y así el protagonista de esta historia emprende camino para limpiar su nombre de cualquier mancha de terrorismo. En esta misión, donde se muestra inocentón y vulnerable lo ayuda su abogado – un personaje diametralmente opuesto a Jewell – Watson Bryant, un alterado, aunque genial, Sam Rockwell. El elenco se completa con otra cara conocida: Jon Hamm, como Tom Shaw, un agente del FBI dispuesto a todo por llevar adelante su tesis de que Jewell es el lone bomber.
Esta es, como muchas otras películas de Clint Eastwood, una historia de patriotismo y el llamado del deber, de parte de un hombre común, que a pesar de todo sigue creyendo en la institucionalidad. En El caso de Richard Jewell, se destacan buenas actuaciones, sobre todo la de Kathy Bates, quien está nominada por este rol como Mejor Actriz de Reparto en los Globos de Oro a realizarse el próximo 5 de enero.
Cuenta con escenas capaces de poner al más sereno de los espectadores, tenso. Momentos de mucho caos que incomodan a quien está viendo, y da la oportunidad de romper la cuarta pared a la inversa, y en la oscuridad de una sala de cine, sentirse agobiado por una de las situaciones más dolorosas de la película, el estallido de la bomba. Pero en esta misma parte de la cinta hay arcos que se abren para no cerrarse, dejando la sensación de que faltó tiempo para contar algunas historias.
Más allá de eso El caso de Richard Jewell es un relato bien contado, que llega en un momento en que los montajes policiales son pan de cada día. Y las consecuencias irreparables en la vida de los inculpados son igual de graves que las víctimas directas de esos montajes. Clint Eastwood deja claro el porqué sigue dando que hablar como director, a sus casi 90 años, esta vez con una historia con la que cualquiera se puede identificar. Porque es gente común enfrentándose a situaciones extremas involuntariamente, al asedio de los medios y al maltrato por parte de la institucionalidad.