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    EDITORIAL: Chile, país donde se procesa a Vader pero nunca se juzgó a Pinochet

    Hace unos días se realizó en Chile el pedagógico ejercicio de llevar a tribunales al personaje de ficción de Star Wars, Darth Vader.

    Se trató de un ejercicio en el marco del Día de los Patrimonios para explicar a la ciudadanía cómo opera la justicia en nuestro país.

    La noticia recorrió el mundo y en distintos portales y medios internacionales Darth Vader aparecía pagando por el crimen de amputarle la mano a su hijo Luke Skywalker.
    La pena establecida para él fue dejarlo congelado por 30 años en carbonita y se estableció una prohibición de acercarse a Luke Skywalker a una distancia mínima de tres planetas durante el mismo período.

    Claro: se trató de una información alojada bajo el rótulo de las noticias de extravagancia y en el centro de gravedad de las humoradas.

    Sin embargo, en el año que se conmemora medio siglo del Golpe de Estado en Chile, y en especial hoy domingo por la publicación de la columna del periodista Daniel Matamala sobre el dictador Augusto Pinochet, llamada “Traidor. Asesino. Terrorista. Ladrón. Cobarde”, el chiste se torna serio y hasta cruel. Vader, Hannibal Lecter, Freddy Krueger, Mike Myers y más villanos de ficción podrían ser juzgados en joda en Chile… Pero ¿y los verdaderos malos? A lo más, se les castiga con clases de ética o con un añito en la cárcel o con la estadía en un hotel cinco estrellas (Punta Peuco) administrado por gendarmes.

    ¿Vieron la película Argentina 1985 con Ricardo Darín y sobre el procesamiento y juicio a los integrantes de la Junta Militar responsable de la dictadura trasandina? Esa película es imposible de hacer en Chile porque en nuestro país nunca se juzgó y condenó a Pinochet ni a su cruenta y brutal dictadura. No hubo nada ni remotamente parecido a los juicios de Nuremberg.

    En Chile podemos juguetear a juzgar a un villano de ficción como Darth Vader, pero fue imposible en la realidad condenar en los tribunales locales al responsable directo de los horrores vividos por nuestro país durante 17 años. “Usando el terrorismo de Estado para expandir el pavor, su dictadura torturó a 28.459 chilenos, ejecutó a 2.125 e hizo desaparecer a otros 1.102”, escribe Daniel Matamala en su irrefutable columna sobre la responsabilidad de Pinochet.

    Relativizar el horror de la dictadura como lo hace “El Profesor Silva”, por ejemplo, el consejero más votado y quien ha defendido al dictador tildándolo de “estadista”, no solo es amoral, sino que además resulta anti-democrático. Una dictadura, sea de arriba, de abajo, de derecha, de izquierda o de al medio, es siempre lo opuesto de la democracia. No hay lugar para la relativización de lo que está mal frente a ese nivel de sociopatía y brutalidad.

    De hecho, que el llamado “Profesor Silva” apareciera en su campaña televisiva para consejero constitucional disfrazado como un “jedi” junto al neonazi José Antonio Kast, también disfrazado de jedi, solo refuerza la idea del absurdo en que parece inundada nuestra realidad: los que apoyaron y apoyan la dictadura rasgan vestiduras supuestamente por la democracia, lo que al final y de fondo resulta un mero y surreal espejismo: tan ridículo como ver a Vader juzgado en una galaxia tan pero tan cercana como la que ha sido la demoledora injusticia chilena.

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