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“La Reina de las Nieves”: El filme favorito de Hayao Miyazaki que cambió su destino para siempre

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Disney ha ejercido una influencia colosal desde los primeros tiempos de la animación. Sin embargo, contrariamente a la creencia popular, no ha sido una influencia universal. Algunos países se guiaron por otras estrellas. En los primeros animes japoneses de los años 50 y 60, se observa una inspiración al menos tan grande como Disney: la animación soviética.

En ningún otro lugar se ve esto tan claro como en la carrera de Hayao Miyazaki, que en una ocasión afirmó “odiar las obras de Disney”, llegando incluso a afirmar que “no muestran más que desprecio por el público”.

Se hizo animador en Toei Animation, en Tokio, después de ver “Panda y la serpiente mágica” (1958), pero pronto se desilusionó y estuvo a punto de dejarlo. Hasta que, en 1964, un dibujo animado soviético le hizo cambiar de opinión. Se trataba de “La Reina de las Nieves” (1957).

“Si un día no hubiera visto ‘La Reina de las Nieves’ durante una proyección organizada por el sindicato de la empresa”, escribió Miyazaki más tarde, “dudo sinceramente que hubiera seguido trabajando como animador”.

Se obsesionó con “La Reina de las Nieves”. Después de que un amigo grabara el audio de la película en una cinta durante una proyección, Miyazaki dijo que “la tomaba prestada y la escuchaba una y otra vez en el trabajo”. Al final, la agotó. Cuando el Museo Ghibli reeditó “La Reina de las Nieves” en 2007, su póster llevaba una frase de Miyazaki:

“Mi destino y mi película favorita”.

Pero, ¿cuál era la magia de “La Reina de las Nieves” que inspiró a Miyazaki, que le dio la energía suficiente para continuar en el mundo de la animación?

Fruto de un equipo de maestros rusos, algunos consagrados, otros que acababan de empezar. Estaba Leonid Shvartsman, el ilustrador que diseñaría “Cheburashka”. También estaba Fyodor Khitruk, el animador que más tarde reharía los dibujos animados rusos desde cero. Estos y otros grandes crearon “La Reina de las Nieves” en Moscú, en el taller estatal de animación Soyuzmultfilm.

Comenzó a mediados de la década de 1950. La guerra había terminado, Stalin se había ido y la esperanza en el futuro de Rusia llenaba el aire. Era “la época más brillante y alegre”, en palabras de Shvartsman.

Shvartsman se había unido a Soyuzmultfilm en 1951, dirigiendo “La flor escarlata” y “El antílope dorado” junto a Alexander Vinokurov. Al frente de ambos proyectos estaba Lev Atamanov, a quien Shvartsman calificó de “fabuloso talento” y “hombre de lo más amable”.

Se basaron en cuentos de hadas, más fáciles de vender y de traspasar la censura estatal. Así es como se decidieron por “La Reina de las Nieves”, un cuento de Hans Christian Andersen.

Atamanov, Shvartsman y Vinokurov empezaron el proyecto como de costumbre: investigando a fondo. La Cortina de Hierro les impidió acceder al país natal de Andersen, así que utilizaron el Báltico como sustituto.

Tan bien quedó el filme que sigue siendo el más popular de Soyuzmultfilm: se estrenó, en versión doblada, en los principales mercados. Hasta fue adquirido por Universal Pictures y estrenado en Estados Unidos en 1959, así que fue la primera vez que uno de los grandes estudios de Hollywood distribuía una producción soviética: estábamos en plena Guerra Fría, así que la tensión entre las dos potencias era considerable. Por cierto, Universal tuvo que negociar con Disney para poder usar el título ‘The Snow Queen’, ya que lo había registrado la compañía de Walt Disney. Ahora sabemos que no empleó como inspiración esta historia de Andersen hasta mucho después –Frozen: El reino del hielo llegó a los cines en el 2013-.

Como ya lo indicamos, la película fue también importante porque Hayao Miyazaki la señaló como la razón principal de que no abandonase su trabajo como animador cuando se iniciaba en Toei Animation. Con la perspectiva que da conocer la filmografía del genio japonés, es fácil comprender por qué le gustó tanto: la protagonista podría ser una de sus valerosas heroínas forzadas a madurar por las circunstancias y la naturaleza tiene un rol protagonista. De hecho, cuando la Ghibli Museum Library editó el film en DVD en diciembre del 2007, Miyazaki aseguró haberse inspirado en Gerda para crear al personaje central de Ponyo en el acantilado (2008).

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