Por Ernesto Garratt
Este es el tipo de producto que uno solo quiere que le guste, una serie que nació con el favor de nuestro juicio en la redacción de NerdNews.cl. Pero no hay caso. Pese que solo deseamos que sea tan buena como la idea que hay detrás, no logramos hasta ahora que nos encante “Obi Wan-Kenobi”. La vara de “The Mandalorian” es muy alta y hay más cosas en contra que a favor para que este amor al trailer a primera vista (eso nos pasó cuando vimos por primera vez el trailer de “Obi Wan-Kenobi”) sea la raíz de un amor de verdad.
Desmenucemos:
Perdonamos de antemano la estética horrible y GCI de los episodios I, II y III de Star Wars desde donde desciende esta serie que busca conectar con los acontecimientos de episodio IV. Para qué vamos a seguir insistiendo en eso. Lo que sí hay que observar es el esperanzador estado de soledad en el que encontramos a Obi Wan-Kenobi (Ewan McGregor) tras diez años pasados desde los acontecimientos de “La venganza de los Sith”. Está errando por el desértico planeta Tatooine, haciendo trabajos menores y pasando inadvertido mientras vigila a lo lejos al hijo de su querido y fallecido amigo Anakin Skywalker… o sea cree él.
Hay un tono efectivo en esto de seguir el pesar con el que vive el más bacán de los maestros jedis en modo fondeado. Y también hasta resulta interesante seguir a los inquisidores, la orden que aniquila jedis, aunque parezcan más cosplays de Comicon que reales personajes de la saga. Ok, uno se lo puede bancar.
Pero lo que nos parece imperdonable es el mediocre borrador cuando se trata de mostrar las fugas de casa de la pequeña Leila Organana. La niña actriz es maravillosa y carismática, pero… ¿por qué arriesgarse así y filmar una persecución tan digna de la indigna “La caravana del valor” (¿recuerdan esa película malena y spin off de la trilogía original con Ewoks pituteando en una mala historia?) cuando la niña es amenazada en el bosque de Alderaan por una banda de peligrosos cazarecompensas?
Otro punto: está bien que Obi Wan esté fuera de práctica y no haya usado la fuerza en eones, pero parece chileno en Dicom de lo inseguro y triste que luce por los menos en los primeros tres episodios. Está bien. Vio morir a su padawan y mejor amigo, los jedis son perseguidos y todo lo demás. Pero Obi Wan debería ser un pelín más valiente, no sé, menos Millenial de cristal y más un hombre de mediana edad que está encarando algo tan duro como masticar durante años el polvo de la derrota… en un planeta lleno de polvo y arena y por tanto toneladas de derrota.
Y última anotación: cuando uno cree que la cosa va a mejorar, porque aparecen escenas de espesor y la historia amenaza con convertirse en digna sucesora de algo tan sólido como “The Mandalorian”, se farrean la esperada aparición de Darth Vader. La serie tiene sus altos cuando se pronuncia el nombre de Anakin Skywalker entonces cuando a continuación lo que viene es la pelea de sables láser más punga de toda la saga Star Wars, inclusive más que ese Yoda saltarín en Red Bull de la trilogía precuela, con un Vader apagado y con una filmación que parece hecha por cineastas chilenos, pues, bueno… uno pierde la fe (cómo olvidar cuando Vader da terror al final de “Rogue One”… cuánta diferencia).
Aclaramos: Aunque no nos ha gustado mucho la serie “Obi Wan-Kenobi” Amamos que exista, pero tiene muchos altibajos aún y vemos complejo ya revertir tanta inconsistencia. Pero vamos. Aún no hay que perder la fe.