Por: Ernesto Garratt, publicado originalmente en https://www.lared.cl/2022/cultura/por-que-los-80s-es-la-decada-mas-larga-de-la-historia
Llevamos cerca de 40 años homenajeando a una década que en su tiempo fue menospreciada, ninguneada y abucheada. Hoy quienes crecimos durante aquellos años ochenteros, desde un plano culturalmente simbólico, parecemos añorar ese pretérito con cierto afecto y quienes aún no habían nacido, en el presente parecen los mejores habitantes de una era eternizada en películas, series, música, literatura y cultura pop en general.
¿Por qué insistimos en estirar una era con hombreras, extraños peinados nuevos, historias de matiné con niños y extraterrestres de protagonistas, por ejemplo? ¿Qué nos pasó en el camino que hemos clonado en el arte masivo, en un acto de interminable de copy paste, lo que los cuarentones vimos de chicos en la tele y el cine y escuchamos en la radio y en los casettes? ¿Qué nos lleva, como Marty McFly en Volver al futuro, a regresar a los 80s como si uno volviera a casa tras un largo viaje?
Afirmo lo que afirmo porque veo en el celular y el computador El libro de Boba Fett o Mandalorian o It o Stranger Things o Cobra Kai o Los cazafantasmas (la nueva) o el remake de Dune o la misma !Blade Runner 2049!, por mencionar solo ejemplos recientes al boleo, y todas estas piezas, sin excepción, no solo dialogan con los años 80 (son secuelas o spin off de matrices ochenteras: Star Wars, Karate Kid, Los Cazafantasmas y etc.) sino que muchas de ellas replican su ethos como cuando un museo de cera trata de aprisionar y detener el tiempo con esos muñecos espantosos y réplicas de famosos en sus años mozos.
Y para que no suene a forzada alusión el valor entregado acá a los años 80, no vamos a desconocer los aportes de los 90, los 2000s, los 2010s ni los actuales locos años 20 en la construcción de la cultura pop occidental en la que vivimos.
Pero sin duda de una forma hegemónica son los años 80s quienes han reinado sin contrapeso en el mainstream del mainstream y eso nos ha entregado, claro, la complacencia comercial de cierto éxito asegurado (cuando se trata de rentabilizar franquicias), pero también significa vivir el mareo de un loop, que se repite como el mismo día vivido una y otra vez por e Bill Murray en El día de la marmota, es decir, un loop divertido pero eternizado que quizás, solo quizás, se atisba termine en una feroz fatiga de material.
Valoro y admiro el encanto y estilo ochentero con el que están construidos en pleno 2021-22 series como Cobra Kai y Boba Fett. Son piezas de mi puzzle personal que encajan y se acoplan perfecto a mi memoria individual y eso pasa también dentro de lo que podríamos llamar una memoria colectiva, aunque no seamos California, sino que Chile.
Cuando entrevistaba al director del notable documental animado Flee, Jonas Poher Rasmussen, comentábamos sobre cómo la canción ochentera Take on Me, de la banda A-ha, era una manera de empatizar con su personaje cuando aparece escuchándola al inicio de su cinta. Y es algo que podía hacer un afgano, un británico y un chileno. La cultura ochentera, la occidental, la masiva, vistas así las cosas, parece ser el pegamento que seguimos necesitando para estar unidos, conectados, unos con otros ¿no?; más en los últimos años llenos de incertidumbres, pandemias, crisis políticas y sociales y el fantaseo paranoico con el fin del mundo Porque qué plot twist más ochentero que salvar el mundo
El cine que había en los 70s, antes de los años 80 en Hollywood y por ende en el mundo civilizado (ironía, por si acaso), era el llamado Nuevo Hollywood: cuando los Coppola, los Scorsese, los Brian de Palma, los William Friedkin montaron un circo de adultocentrismo (lo digo para que las nuevas generaciones me entiendan) y por ende con temáticas rudas y poco y nada de matiné: ellos fueron los responsables de obras maestras como El Padrino, Taxi Driver, Carrie y, claro, El Exorcista, donde literalmente ser un niño era visto como algo terroríficos diabólico.
Coppola, Scorsese, De Palma, Friedkin, eran todos amigotes, compañeros de farra, de leseo, de cine, y dejaron entrar al grupo a dos nerds que ni se drogaban ni tomaban ni fumaban tabaco yque ni se atrevían a mirar a la actriz Margot Kidder (Loise Lane en Superman de 1978) sin ruborizarse cuando se paseaba en topless durante los festejos playeros en California.
Esos dos nerds eran George Lucas y Steven Spielberg, quienes con la primera trilogía de La Guerra de las Galaxias y E.T., respectivamente, mataron la moda del Nuevo Hollywood e hicieron nacer a la década más larga en la cultura pop: la infantilizada década los 80s.
Star Wars, E.T. fueron éxito de taquilla absolutos y cambiaron para siempre el destino de lo que harían los estudios de cine desde ese momento: en su mayor medida filmes de matiné pop corn para menores de 12 años.
Ahora, vale la pena preguntarse: los 80s ¿tendrán su crisis de los cuarenta?
Todo parece indicar que no. Al parecer los 80s siguen siendo una década que respira y palpita como un cabro chico y con mucha vida por delante. Con mucho loop eterno que se repite, una y otra vez, hasta cuando el mercado y los inversionistas digan otra cosa.
Hasta cuando el mercado y los inversionistas pronuncien una nueva frase:
Los 90.