Por Javiera Catalán S.
Élite, la serie que le robó el trono como la producción original de Netflix España más popular a La casa de papel, estrenó su tercera temporada el pasado viernes, y fue un éxito automático, convirtiéndose en la serie más vista de la plataforma en varios países, incluyendo Chile.
Y es que la serie adolescente que mezcla asesinatos, pasión, colegios privados y jóvenes que viven una vida mucho más adulta de la que deberían, ha logrado ser la favorita, no sólo de los más jóvenes, sino que de todo el mundo. Y eso lo ha conseguido un elenco que ha demostrado ser más que caras bonitas, sino más bien buenos actores. Estrellas en ascenso de España, pero también de México e incluso Chile, porque desde la segunda temporada, Élite cuenta con la participación del chileno Jorge López.
Y es que en esta tercera parte, donde ya todos los protagonistas están enterados de quién es el asesino de Marina, éste por fin recibirá su castigo, esa condena que la justicia no pudo concretar. Es así como se abre un nuevo hilo de mentiras y engaños. ¿Quién mató a Polo? Es la gran interrogante de esta temporada, que logra de buena manera darle un buen desarrollo a cada uno de sus personajes.
Todos han hecho un gran viaje personal hacia la adultez, un viaje atravesado por el misterio que significa un asesinato dentro de las mismas paredes de su colegio, pero también por los problemas personales que cada uno enfrenta. La adicción a las drogas, porvenir de familias de las que no se sienten orgullosos e incluso el descubrimiento de la sexualidad.
Si hay que destacar a algún personaje que haya hecho el viaje completo, y que demuestre una evolución real de su arco argumental, hay que mencionar a Lucrecia, interpretada por la mexicana Danna Paola, que al comienzo de esta historia era una niña rica mimada y egoísta, muy amiga de sus amigos, pero siempre y cuando esas relaciones le favorecieran solo a ella. Ahora, en este cierre a su historia, demuestra haber crecido como persona, como mujer, como amiga y también haber llegado a un punto de amor propio donde no necesita la compañía de un hombre o de una pareja para sentir que vale más. Sino que es valiosa por ella misma. Y eso lo aprende a punta de caídas y honestidad.
También, se confirma que las adiciones de la temporada pasada, Valerio (Jorge López), Cayetana (Georgina Amorós) y Rebeka (Claudia Salas), son un verdadero aporte a la trama. De hecho, eso se nota sobre todo en el papel del chileno, ya que en esta oportunidad se le da mucha más importancia a su vida antes de llegar a Las Encinas. Dicho eso, la decisión de incorporar dos nuevos personajes a esta temporada, Yeray (Sergio Momo) y Malick (LeitiSéne), está demás, porque resultan ser relleno sin mucha sustancia. Si bien, hay que reconocer que dos de los hilos argumentativos de esta temporada, sobre los que se desarrolla el conflicto de algunos personajes, se centran en Yeray y Malick, perfectamente pudieron haber no estado y el drama seguiría ahí.
Porque hay 16 capítulos de respaldo sobre los que se sostiene el conflicto, en este caso de Carla, Ander y Omar. La incorporación de estos personajes resulta forzosa y una necesidad innecesaria de sumar diversidad al elenco.
Si bien hay puntos que se dejan sin explorar, como es el caso de la salida de ciertos personajes de la escena, el caso de del hermano de Samuel (Itzan Escamilla), Nano (Jaime Lorente), y de Cristian (Miguel Herrán), en general esta temporada supera a la anterior en varios puntos y es un buen cierre para esta generación de estudiantes, si es que el rumor de que esta es la última vez que veremos a este grupo de actores como protagonistas, llega a ser real. En todo caso, esa es una fórmula que ya ha sido comprobadamente exitosa por otras series, como Skins, la serie inglesa de Channel 4, que renovaba por completo el elenco cada dos temporadas.
Tres temporadas para hablar de ese turbulento camino que todos vivimos, desde la adolescencia confusa a la adultez aún más confusa. Aquí es dramatizada con kilos de clichés, pero que por lo mismo logra atrapar como pocas producciones adolescentes lo hace. Sobre todo, por el trabajo de los guionistas de mantener un libreto cuerdo para lo que significa la historia de fondo, y nunca pierde el foco, como lo hacen muchas otras.
Sin duda extrañaremos a estos chicos y chicas malas, que viven a 200 p/h, como si no hubiese un mañana, siendo una excelente sucesora de lo que fue el dramón gringo Gossip girl, aunque con más sangre y mejores actuaciones. Y con otro gran plus, Élite sabe retirarse en su mejor momento, para ser recordada como una buena serie que nunca perdió el foco.