El pasado 7 de noviembre llegó “A Pizza Delivery”, juego entregado por Eric Osuna y Dolores Entertainment (quien también publica el juego), el cual presentan como una aventura surrealista y cinematográfica de exploración y rompecabezas con una narrativa emocionante, disponible para PC (Steam y Windows), PS5 y Xbox Series a un precio de $14 dólares.
En “A Pizza Delivery”, la premisa es aparentemente sencilla, el jugador asume el papel de “B”, una repartidora que se enfrenta a su último encargo de la jornada. Sin embargo, lo que comienza como una tarea rutinaria pronto se transforma en una odisea a través de un mundo surrealista, marcado por paisajes extraños, cambios repentinos de escenario y profundos momentos de silencio introspectivo.

La obra se aleja de las ambientaciones convencionales para situar la acción en un espacio mental, un reino liminal compartido por individuos que parecen atrapados en un estado de limbo. Según se desprende de su narrativa, cada rincón de este «no lugar» está diseñado para revelar historias sobre la incomodidad, la inestabilidad emocional y la nostalgia.
Acompañada de su fiel scooter, la protagonista debe navegar este entorno onírico para desentrañar los misterios que lo componen. La jugabilidad se centra en la conexión con los habitantes de este mundo: a lo largo del camino, el usuario se encontrará con personajes excéntricos y, a través de la interacción, explorará sus pasiones, remordimientos y los hilos comunes que los atan a la realidad de «B».
La ficha oficial del producto en la tienda de Steam describe el título como «un juego narrativo de exploración con elementos de puzle enfocado en conectar con la gente». La descripción añade una invitación clara a la experiencia de usuario: «Comparte pizza con encantadores personajes para descubrir sus historias y las tuyas. Conduce y explora un mundo extraño y meditativo lleno de secretos».
La propuesta jugable de “A Pizza Delivery” se sustenta en cuatro pilares fundamentales:
- Exploración meditativa: El desplazamiento en la Vespa se presenta como un acto contemplativo. Desde paisajes estéticamente cuidados hasta espacios liminales inquietantes, el movimiento es constante.
- Profundidad narrativa: El entorno está sembrado de objetos que funcionan como piezas de un rompecabezas narrativo, revelando detalles tanto de la protagonista como de los personajes secundarios.
- Interacción social: El núcleo emocional del juego reside en interactuar con individuos únicos. Cada habitante posee sus propios sueños y aspiraciones, y el acto de compartir un trozo de pizza se convierte en la llave para conocerlos.
- Resolución de puzles: Para avanzar en las entregas, el jugador deberá interactuar con el entorno utilizando palancas, estrellas de arcilla y cintas transportadoras, integrando la resolución de problemas en la experiencia narrativa.

Un interesante título indie que se construye sobre esta premisa engañosamente mundana para redescubrir la chispa de la conexión humana, siendo una obra que intenta equilibrar sus evidentes carencias mecánicas con una inmensa dosis de atmósfera y sentimiento.
Esto hace que “A Pizza Delivery” se aleja de las ambientaciones convencionales para situar la acción en un espacio mental, este reino compartido por individuos que parecen atrapados en un estado de limbo y donde cada rincón de este “no lugar” se siente diseñado para revelar historias sobre la incomodidad, la inestabilidad emocional y la nostalgia.
Una propuesta que además, de cierta manera, me hace recordar al clásico animado del Estudio Ghibli “Kiki: entregas a domicilio”, aunque en realidad es una obra bastante diferente.
Una narrativa que sostiene al juego
Donde “A Pizza Delivery” brilla con mayor intensidad es en la cohesión entre su construcción de mundo y sus elementos temáticos, estableciendo desde el inicio una premisa intrigante, regalando una atmósfera donde la soledad actúa como un componente clave, con largos tramos de supuesta inactividad conduciendo la scooter que se entrelazan magistralmente con la narrativa.

Lejos de ser tiempos muertos, estos momentos de “conducción silenciosa” permiten que las ideas reposen, otorgando al jugador el espacio mental necesario para procesar las interacciones previas y, al encontrarnos con los excéntricos y cabizbajos personajes que pueblan este desolado lugar, el juego revela sus verdaderas intenciones, invitandonos a la reflexión a través de la conexión humana.
A pesar de la brevedad de los encuentros, las conversaciones resultan sorprendentemente conmovedoras, abordando temas profundos sobre la condición humana, la naturaleza de la memoria y la sensación de estar atrapado. Basta una charla y una porción de pizza compartida para que estos extraños parezcan listos para intentar un nuevo comienzo, sugiriendo que B podría tener la misma oportunidad si logra perseverar.

Pero, la experiencia no está exenta de fisuras narrativas, ya que aunque el elenco secundario logra transmitir mucho con poco, la historia personal de la protagonista no termina de cuajar del todo e incluso tras recolectar todos los objetos de memoria, el trasfondo de B se siente incompleto, dejando al jugador con el deseo de comprender mejor qué la llevó a ese lugar antes de su partida.
A pesar de esta falta de profundidad en el personaje principal, “A Pizza Delivery” logra que el viaje valga la pena gracias a una estructura narrativa que funciona a favor de la experiencia emocional, culminando en una conclusión que, pese a los cabos sueltos, se siente como una recompensa conmovedora.
Un camino con muchos baches
Si la narrativa es el alma de “A Pizza Delivery”, su jugabilidad es el cuerpo torpe que intenta cargar con ella ya que no estamos ante un título complejo, con un bucle principal que se basa en la exploración para recolectar llaves, encontrar rutas hacia ciertos personajes y resolver pequeños rompecabezas para desbloquear el progreso.
Lamentablemente, esta estructura simple se convierte a menudo en un obstáculo para la propia experiencia introspectiva que el juego intenta vender, siendo el mayor problema el ritmo, haciendo que los rompecabezas, que conforman el grueso de la “acción”, carezcan de chispa e ingenio; no elevan el nivel de desafío intelectual ni resultan mecánicamente interesantes.

Esto genera una experiencia entrecortada y justo cuando empiezas a disfrutar de la atmósfera y la inmersión, chocas contra un muro de tareas poco inspiradas, pero este inconveniente de los puzles sería perdonable si no fuera por una excepción exasperante, la cual es la sección de la ventisca. Lo que debería ser un desafío de orientación se convierte en una pesadilla de diseño donde el jugador puede perder casi una hora vagando sin rumbo, siendo devuelto constantemente al inicio por salir de los límites invisibles.
Más allá del diseño de niveles, la ejecución técnica del juego presenta fisuras que molestan como por ejemplo, el control del scooter, nuestro principal medio de transporte, el cual se siente tosco y poco responsivo, acompañado a menudo de tartamudeos visuales (stuttering) que rompen la fluidez del viaje.

Esta falta de pulido se manifiesta en animaciones de aparcado lentas y, en el peor de los casos, en inestabilidad crítica. Sufrir un cierre forzoso (crash) justo durante la secuencia final es el broche desafortunado para una experiencia técnica que se siente frágil. Aunque hay momentos en los que la conducción funciona y resulta relajante, es difícil ignorar que el juego está, en muchos sentidos, roto.
Pero, creo que en general quienes entendemos la impresionante y arriesgada apuesta que es desarrollar un juego en solitario, muchas veces por ejemplo hipotecando los propios ahorros personales, sabemos perdonar este tipo de cosas, las cuales se pueden ir obviamente arreglando con parches que de hecho ya están siendo aplicados.
Una atmósfera audiovisual con luces y sombras
A pesar de lo anterior, es en el apartado artístico donde “A Pizza Delivery” encuentra también cierta redención y logra brillar con intensidad, porque cuando el diseño funciona, cada área se presenta como un pequeño mundo distinto y evocador, desde una ciudad vacía hasta una fábrica en ruinas bajo auroras danzantes, o una pradera donde una solitaria cabaña se alza entre girasoles.

La combinación de estos visuales con una banda sonora atmosférica consigue transmitir esa mezcla de soledad y esperanza que la narrativa persigue desesperadamente. Son estos instantes de contemplación audiovisual los que te hacen olvidar momentáneamente los fallos técnicos.

No obstante, incluso aquí creo que existe una falta de consistencia, ya que los paisajes pueden ser hermosos, pero hay algunas áreas se sienten deslucidas y desordenadas, rompiendo la inmersión. De igual forma, el diseño de los personajes resulta genérico y poco interesante, lo cual es una oportunidad perdida dado el peso emocional que cargan sus historias.
Es una mezcla de luces y sombras, una estética que invita a la reflexión, empañada por una ejecución irregular, pero que en el fondo no termina por echar a perder la experiencia, ya que funciona dentro de lo artesanal de su propuesta integral.

En conclusión, “A Pizza Delivery” es un título que intenta compensar sus evidentes carencias mecánicas y sus problemas técnicos con una gran dosis de atmósfera y una narrativa reflexiva. Si bien su jugabilidad no es fantástica y requiere que el jugador tenga una paciencia considerable ante controles rotos y puzles mal diseñados, su corta duración juega a su favor, evitando que la frustración se vuelva insoportable.
Es una entrega imperfecta, recomendada solo para aquellos que busquen algo contemplativo y estén dispuestos a perdonar muchas asperezas para encontrar un poco de conexión emocional.
Y como dice una de las pocas pero positivas reseñas del juego en Steam: “En un medio tan sobre saturado de mediocridad encuentro que, su apuesta es valiente y necesaria para recordarnos que los videojuegos son mucho más que entretenimiento”.
Algo que creo es totalmente cierto y hace valer los $13 dólares que cuesta el juego, que de hecho en Steam, gracias a esta conversión que en Chile nos favorece, lo deja en menos de $8.000 pesos chilenos.
Agradezco a Eric Osuna y Dolores Entertainment (y compañía) por la copia de Steam entregada para poder contarles mi experiencia.

