POR ERNESTO GARRATT
Es una fortuna poder apreciar en estreno en HBO MAX la versión UNCUT de “Possessor”. Su versión de 2020, estrenada en el Festival de Sundance de ese año, fue una sensación entre la comunidad cinéfila de Utah. Y no era para sorprenderse.
“Possessor” es la segunda película del joven cineasta canadiense Brandon Cronenberg (recordemos su redondo y profético debut de 2012, “Antiviral“) y sigue a una protagonista que busca su propia identidad en una película de un director hijo de un gran director como David Cronenberg que, oh, coincidencia, buscaría su propia identidad estética.
Aunque hay que ser claros: Brandon Cronenberg no desconoce ni se niega a perpetuar el molde artístico de su padre: David Cronenberg, un genio de la forma y fondo que ha subvertido el cine gore, de horror y lo ha convertido en una profunda reflexión de la enajenación humana en el quizá más abrumador siglo de la historia: el 20.
David, o sea el padre de Brandon, ha hecho de la explícita somatización de los cuerpos un santo y seña de una filmografía feroz y brillante: desde la hipersexualizada Crash, hasta las brutales Videodrome y Scanners, la sangre, la carne y el estudio casi científico del cuerpo y la mente es un ADN que ahora se transmite a Brandon con naturalidad y con casi igual dosis de talento.
“Possessor” es una oscura historia de ciencia ficción, un thriller imposible, una película metafísica de espías. Es todas esas historias al mismo tiempo. Está escrita por el propio cineasta y su relato sigue a una agente, Tasya Vos (la siempre talentosa Andrea Riseborough), que parece una espía agotada y salida de una película de Christopher Nolan. Pero donde el director de “El Origen” insiste en parecerse en James Bond pero en esteroides neuronales, Brandon Cronenberg muestra el lado B de dicha glamorosa visión y opta por el camino sinuoso de la pesadilla y la sexualización.
Tasya, la atormentada protagonista tan bien llevada por Andrea Riseborough, trabaja para una organización secreta cuyo objetivo es trasplantar mentes para que así Tasya pueda a distancia controlar cuerpos ajenos con tal de que cometan crímenes en nombre del cliente que pague más por dichos encargos.
“Possessor” entonces es una película de posesiones, su foco es seguir a esta usurpadora de cuerpos perdida entre tantos recuerdos que no son los de ella, y con su propia personalidad diluida entre su propio yo y los otros yo que ha interpretado en una carrera brillante como hitwoman a distancia.
La mayor virtud de esta maravilla es que aunque siempre parecemos estar afuera de la mente de la protagonista, quien se toma una pausa tras su último y brutal trabajo, el tono de director y su equipo nos parece instalar dentro de una mente afiebrada y que no sabe distinguir realidades: la mía, la de ellos.
Al final, puede que la identidad de la protagonista, y del propio director nunca estén claro del todo, una mujer que es varias personas a la vez, un director que no puede y, lo mejor, no quiere salirse de la sombra de su padre. Pero qué importa. En esa zona con falta de confort igual se pueden contar las mejores películas. Como esta pequeña joyita sci fi. Ojo con Jennifer Jason Leigh, que ya actuó con David padre en “eXistenZ“, más o menos con la misma temática.
Porque, a ver, redondeando la idea: “Possessor” es una película oscura cuya identidad es una protagonista sin identidad. Y hacer de eso una fortaleza enorme ya es para un monumento.
Título original: “Possessor Uncut”. Año: 2020. Director: Brandon Cronenberg. Guion: Brandon Cronenberg. Protagonistas: Andrea Riseborough, Jennifer Jason Leigh y Sean Bean. Duración: 142 minutos.