Desde su llegada al mercado en 2022, “Elden Ring” ha generado una gran base de jugadores quienes, gracias al juego base junto a con su DLC “Shadow of the Erdtree”, han recorrido incansables veces su mundo, el cual como en otros títulos del mismo género desarrollados por sus creadores, no escatima en dificultad.
Y es que especialmente a jugadores como yo, quienes somos autodeclarados con poca habilidad (o derechamente “mancos”), el enfrentarse a sus imponentes jefes ha pasado de resultar un verdadero reto, pero al mismo tiempo, entregando lo que el propio Hidetaka Miyazaki, director del juego y del estudio desarrollador, FromSoftware, ha indicado, que es aquella “alegría que proviene de superar las dificultades”.

Un universo, además, donde se encuentra la pluma de George R.R. Martin, el reconocido autor de “Game of Thrones”, quien colaboró en la construcción del lore que sostiene este ambicioso lore, con una historia que deslumbra desde el primer momento. Es abrumadora en el mejor sentido posible, porque constantemente busca ser épica gracias a su mitología rica y detallada, la cual deja la sensación de que estamos ante una obra destinada a trascender más allá de los videojuegos.
Y de hecho lo hizo, ya que se está preparando su adaptación a la pantalla grande y, desde hace un mes y medio, una especie de spin-off en forma de juego independiente llamado “Elden Ring Nightreign”, donde con una propuesta algo diferente, FromSoftware y Bandai Namco Entertainment vuelven a sumergirnos en el brutal y fascinante universo de “Elden Ring”.

Juego que se aleja del camino tradicional de la saga y apuesta por un enfoque más cooperativo, dinámico y, sobre todo, desafiante, especialmente para quienes se internan en este de forma individual. Y es que a diferencia del título original, “Nightreign” apuesta por una estructura cooperativa centrada en la supervivencia PVE, donde los jugadores forman equipos de hasta tres personas, asumiendo el rol de uno de los ocho Nightfarers disponibles.
Cada uno de estos personajes posee habilidades únicas, lo que obliga a los jugadores a pensar estratégicamente, no solo en combate, sino también en cómo explorar y avanzar por un mundo hostil que no da margen para el error. El corazón del juego gira en torno a un ciclo de tres días y una noche, en el cual los jugadores deben tomar decisiones rápidas e inteligentes mientras exploran un mapa dinámico que cambia constantemente.
Además, visualmente, Nightreign conserva la estética sombría y sobrecogedora de “Elden Ring”, con paisajes que oscilan entre la belleza decadente y la amenaza constante.

Una nueva forma de jugar “Elden Ring” que es bastante entretenida y sobre todo dinámica pero que, como adelanté, está pensado completamente en que se juegue de forma cooperativa y ojalá, con amigos. Esto ya que aunque no es imposible para jugadores que luego de varias partidas, puedan dominarlo completamente, “Nightreign” se vuelve bastante frustrante para quienes nos encantan este tipo de desafíos, pero somos bastante malos para jugar.
O derechamente con el pasar de los años, nos va quedando menos paciencia para poder sortear las dificultades que este tipo de propuestas nos imponen.
Un título que se atreve a explorar nuevos caminos jugables dentro del universo de “Elden Ring”
Desde el primer minuto en que uno se adentra en el mundo de “Nightreign” es imposible sentir que en esta ocasión, la acción y la supervivencia se entrelazan en una experiencia completamente distinta a lo que hemos experimentado y amado en “Elden Ring” y su DLC. Y es que de una forma no menos entretenida y de alguna manera, destacable, esta propuesta se nota marcada por el dinamismo, la cooperación y una estructura que recuerda, con originalidad, a los roguelikes y a la tensión de los battle royale, aunque siempre desde un enfoque PvE.

Lo primero que destaca es su propuesta estructural, donde cada partida se desarrolla a lo largo de un ciclo de tres días y una noche, en la cual los jugadores deben explorar, combatir y crecer lo suficientemente rápido para enfrentar a enemigos cada vez más feroces. La amenaza de un “círculo de fuego” en constante avance marca el ritmo, obligando a desplazarse con decisión y adaptarse a un mapa en constante transformación, lleno de biomas cambiantes, armas aleatorias y enemigos impredecibles.

Al iniciar la sesión, los jugadores eligen entre ocho Nightfarers, cada uno con habilidades únicas que invitan a combinar roles y estrategias. Ellos son Wylder, Guardián, Duquesa, Recluso, Ojo de hierro, Asaltante, Ejecutor y Renacido, todos con enfoques bien diferenciados que enriquecen la cooperación en equipo. En ese aspecto, la coordinación es esencial, especialmente hacia el final de cada jornada, donde aparecen jefes desafiantes que cierran cada día con una dosis de presión extra.
La estructura de cada incursión recuerda a una expedición abierta, donde el combate se entrelaza con la exploración en un escenario siempre cambiante. El jugador comienza desde una reinterpretación de la Mesa Redonda, y es lanzado al mapa por medio del “Halcón Espectral”, una mecánica que permite elegir el punto de aterrizaje, definiendo así una estrategia inicial. Desde ese momento, el ritmo no da tregua, con una aventura donde hay que buscar botín, mejorar el equipo y sobrevivir a oleadas de enemigos cada vez más exigentes.

Y el clímax llega con la última noche, cuando los supervivientes deben enfrentarse a un poderoso Nightlord, diseñado especialmente para poner a prueba la sinergia y el dominio de cada mecánica aprendida.
En cuanto a movilidad, el juego marca un notable contraste con “Elden Ring” ya que aquí, los personajes se sienten más ágiles, veloces y libres, especialmente porque se elimina el peso del equipamiento, permitiendo llevar un arsenal completo sin restricciones. No hay daño por caídas y se introducen mecánicas de parkour, que permiten escalar, trepar e incluso moverse sobre enemigos de gran tamaño.

Esta libertad de movimiento le da al juego un aire mucho más vertiginoso, casi arcade, pero sin perder la densidad estratégica que caracteriza a la saga.
Junto a lo anterior, visualmente, “Nightreign” mantiene el inconfundible estilo artístico de su antecesor, aunque con una nueva región llamada Limveld, que deslumbra con sus árboles resplandecientes y su atmósfera onírica.
En lo técnico, mantiene la tradición técnica de su predecesor al ofrecer dos modos gráficos en consolas de nueva generación, tanto en PlayStation 5 como en Xbox Series X/S. Por un lado, el modo calidad apunta a una resolución 4K para aprovechar al máximo las capacidades visuales de estas plataformas y por otro, el modo rendimiento busca ofrecer una experiencia más fluida, con una tasa de 60 cuadros por segundo como objetivo.

La versión que pude jugar es la de PS5 y en general, tuvo un rendimiento bastante estable, incluso cuando en la pantalla, como es ya conocido en el tipo de batallas contra los enemigos de “Elden Ring”, decenas de cosas pasaban, explotaban o destellaban.
Respecto a su narrativa, “Nightreign” también se desmarca del juego del que se basa y, pensando en ser básicamente un título completamente multijugador en línea (o derechamente “Juego como Servicio), no pretende contar una historia tradicional ni menos grandilocuente. Fiel al estilo críptico de FromSoftware, aquí el mundo se sugiere más que explicar y aunque existen personajes con nombres, trasfondos y misiones secundarias que desbloquean diferentes rutas y finales, todo está planteado para que el jugador descubra (o incluso ignore) la historia a su propio ritmo.
En ese sentido, es probable que no se logren entender todos los detalles y podría dar lo mismo, ya que la verdadera esencia del juego no está en lo que se cuenta, sino en lo que se vive. La premisa es acabar con criaturas oscuras para liberar una tierra maldita, en una mezcla adictiva de supervivencia cooperativa, acción intensa y diseño implacable.
La colaboración no solo es útil, es esencial
Y dentro de esta premisa, una de las novedades más interesantes de “Nightreign” es su enfoque en la progresión a través del fracaso, ya que cada intento fallido deja reliquias que permiten mejorar y personalizar a los personajes, lo que añade una atractiva capa de rejugabilidad. Este sistema no sólo mitiga la frustración de la derrota, sino que motiva a experimentar con nuevas combinaciones y rutas, fomentando el aprendizaje constante.

Pero, como ya he intentado dejar en claro varias veces, el juego desde el inicio deja en claro que no estamos ante una experiencia diseñada para jugar en solitario. Si bien es posible hacerlo, el juego cobra sentido y es disfrutable cuando se enfrenta con otros jugadores, especialmente si se cuenta con un equipo organizado y un líder con noción del mapa.
La dificultad, uno de los sellos de la casa, alcanza aquí un nuevo nivel y de hecho, creo que desde el punto de vista de quienes juegan en solitario, “Nightreign” podría ser el juego más exigente del estudio hasta la fecha. No precisamente por lo complejo de sus mecánicas, sino por su implacable sistema de progreso.

A diferencia de los Souls tradicionales, aquí no hay un “intento rápido” tras cada caída, donde morir puede significar reiniciar más de 40 minutos de esfuerzo, lo que transforma cada enfrentamiento en un ejercicio de precisión, estrategia y resistencia.
Aun así, el juego encuentra formas de recompensar el aprendizaje y aunque el progreso puede ser lento, pero se siente ganado y hay satisfacción en sobrevivir un poco más, en perfeccionar una estrategia o simplemente en derrotar a una de esas criaturas infernales que parecían invencibles media hora antes.

En conclusión, “Elden Ring: Nightreign” no es para todos, y no pretende serlo, ya que es una propuesta que exige compromiso, paciencia y perseverancia. Juego que aunque se hayan implementado parches para intentar hacerlo más accesible a quienes deseen jugarlo sin otros compañeros, no es recomendable para ellos ya que, nuevamente, está pensado para ser jugado acompañado, ojalá con amigos.
Y al final, quienes se dejen atrapar por su fórmula, encontrarán un título que ofrece una de las experiencias cooperativas más intensas del panorama actual. Título que convierte cada victoria en un acto de superación y cada sesión en una aventura distinta, donde la fantasía y la tensión se funden en una danza salvaje de acero, fuego y estrategia.
Elden Ring: Nightreign, se encuentra disponible en versiones Estándar (USD $39.99), Deluxe (USD $54.99) y Coleccionista (USD $199.99), para PlayStation 5, PlayStation 4, Xbox Series X|S, Xbox One y PC (Steam).
Agradezco a Bandai Namco Latinoamérica y compañía por la oportunidad de poder jugar este título y contar mi experiencia en esta reseña.