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    ¿Por qué Xbox no compite con PlayStation, pero sí con Google?

    Se termina la octava generación de consolas, coronando a PS4 como la cuarta más vendida de la historia, con 112 millones de unidades vs los 48 millones de Xbox One.  No fue hace mucho, en el E3 —el Cannes de los videojuegos— del 2013, que Xbox sellaba su destino el día de su lanzamiento con una desastrosa presentación donde por más de 30 minutos sólo hablaron de cómo ver TV en la consola, anunciaban conexión 24/7 obligatoria a internet y no le daban importancia a los juegos. Parecía una mala decisión estratégica, pero no fue un error “casual”; estaban siguiendo un camino trazado por el mismo Bill Gates y que había dado origen a la consola.

    Hoy, ad portas de la llegada de la nueva Xbox Serie X esa visión de negocio, distinta a la de Sony y a la de Nintendo, empieza a tomar forma con una nueva estrategia: la de un sistema de suscripción, similar a la de Netflix, llamado XBOX Gamepass. Pero no hay que equivocarse pensando que Microsoft  pretende lucrar vendiéndonos juegos, este es realmente otro intento de cumplir su master plan original: Microsoft quiere lucrar teniendo nuestro tiempo y competir con Google.

    El 14 de febrero de Bill Gates; Xbox un romance difícil

    Eran las 4 de la tarde del 14 Febrero de 1989 y Ed Fried, co-creador de la primera Xbox, entraba en la casa de Bill Gates para convencerlo de por qué debían hacer una consola de videojuegos. Bill Gates lee el informe impreso y lo lanza sobre la mesa diciendo: “¡Esto es un insulto ciego a todo lo que he hecho en esta compañía!” Así comenzaba la reunión.  Con la aparición del DirectX, Microsoft había creado un soporte común para los videojuegos de PC, lo que había impulsado la industria.Un pequeño departamento de ID de la empresa había decidido desarrollar una consola; un prototipo con el que quizás competir con Playstation 2, prototipo que originalmente se llamó DirectX-Box. Ed Fried, jefe de proyecto, estaba convencido de que debían dar el paso con un Hardware propio, pero para Bill Gates, que había construido un imperio sobre el Software, esto lo encontraba un insulto.

    Se hizo de noche. Eran las 8 pm y la reunión de una hora había tomado toda la tarde y Gates no cedía. Para él no era importante tener una consola y Ed en silencio había dado todo por perdido. De pronto uno de los observadores de la reunión, esos consultores/asesores, (como los del segundo piso de la moneda) que están ahí para susurrar cosas a Bill Gates,  levanta la mano y pregunta: “¿Qué pasa con Sony?” Este asesor, llevaba años leyendo informes de la competencia, cifras y números y les dijo: “Sony lentamente ha estado invadiendo el living; un procesador aquí, una memoria acá… Si pones todo eso junto, algún día podrían ser una amenaza”. No pasó mucho rato para que Bill Gates fuera conquistado por ese cupido y les dijera que les daría todo lo que pedían y todos los recursos disponibles.

    El año 2001 Xbox llegaba a las estanterías de todo el mundo para repartir amor. 

    Esta mirada es clave. Para Microsoft nunca se ha tratado de ofrecer una consola, vender juegos y sólo ganar dinero, desde el comienzo se trató de su posición en la industria mundial y de no permitir que otros puedan amenazar su hegemonía.

    El primer Xbox vendió 24 millones de unidades, muy por debajo de PS2 que vendió 140 millones. Pero Microsoft iba con todo el 2005. Así, Xbox 360 aparece un año antes que PS3 con un hardware de punta muy poderoso y a un precio más conveniente. Resultado: empate. Sony superó por poco en ventas, pero estaba perdiendo la guerra (84 millones de Xbox360 vs 87 millones dela PS3). Fue una generación de sorpresas; Nintendo cambió el foco y cambió la batalla de potencia bruta por una reinvención de los controles con su control con detección de movimiento. Así el WII ganó la guerra de esa generación con 101 millones. Pero esa conquista formidable del mercado con el Xbox era de las pocas que la compañía había tenido en ese período y era inédito con un hardware propio.  

    Era Post PC y el caballo de Troya

    Para el 2013, al comienzo de está generación, el mundo ya había cambiado mucho desde el plan original: apareció el iPhone y sus clones, Microsoft pestañó y Google fue quien puso su Software, el Android, en el 85% de todos los teléfonos del mundo. Aunque Microsoft siguió siendo uno de los gigantes había perdido más terreno. Atrás quedaba la época del Multimedia, CDROM interactivo y el Windows 95-98, símbolo de modernidad y estatus. En sólo tres años Apple, a punta de marketing con el IPhone e iPad, había instalado una nueva época, la era Post PC: Microsoft era cosa del pasado.

    Google manejaba la mayor parte de la data de búsquedas, negocios, desplazamientos (google maps) y el Gmail sacó del mercado a Hotmail. Facebook había trazado todas las interacciones sociales de la red instalándose en la vida de las personas. Netflix apenas tenía dos años en el mercado, pero se movía rápido. Entonces Microsoft diseña una consola de videojuegos que parece consola pero que era un caballo de Troya.  En ese contexto se lanza el Xbox One en el E3 de 2013. El Xbox 360 era el único Hardware exitoso de la compañía y había conseguido algo inédito para Microsoft,“era cool”. Era una gran oportunidad.

    El Xbox One apareció en el E3, rodeada de expectativa, pero dio la sorpresa de tener un énfasis distinto, era un centro de entretenimiento: se podía conectar el tv cable directo a la consola manejando la TV y su guía, la música, etcétera, poniéndose en el centro del hogar. Pero no quedan sólo ahí. Cada unidad incluía el Kinect 2.0, ese sensor de movimiento para detectar el cuerpo y jugar con el movimiento, ahora hacía más cosas: podía leer el ritmo cardíaco e identificar a seis personas. Microsoft de alguna manera estaba poniendo una máquina de espionaje térmica en cada hogar para hacerse de una data altamente valiosa, cumpliendo así el sueño original de reinar en el living de los hogares.

    Por aquel entonces, se filtró una nota en la que se mencionaba que en futuras versiones de Windows se requeriría obligatoriamente un sensor de gestos y movimientos. Si resultaba la estrategia era ALL IN. Pero como sabemos fue un fracaso. El Xbox One resultó serla consola más débil en potencia a un precio más alto, y ese valor fue por todo el hardware dedicado a ver tele y al Kinect, fue un costo estratégico que no benefició a los jugadores. Se obligaba a estar todo el tiempo conectado a internet porque así se recolectaba la preciada data y no contaban con que Netflix se apoderara de la televisión. Obviamente rodaron cabezas y con el fracaso se cambió la dirección: se puso énfasis en los juegos, retro compatibilidad y apareció Xbox One X, la consola más potente, pero ya era tarde. 

    Xbox Game Pass: One Pass to rule them all

    Lección aprendida. Hoy Xbox Series X, su nueva consola, se aproxima a esta navidad presumiendo ser la máquina más poderosa con 12 teraflops, superando a los 10 Tflops de la PS5 y llena de promesas sobre los mejores juegos. Exclusivos y de calidad.

    Sí, esta vez es para nosotros los jugadores ¿O no?

    Aunque no se sabe el precio y es dudoso que sea la más cara, esa supuesta promesa de calidad en general no se ha cumplido en las presentaciones. La premiere mundial de ‘Halo Infinite’ fue desastrosa. Después de siete años de desarrollo se veía sinceramente peor que muchos juegos de PS4 que tienen 1.8 Teraflops, derrumbando así su propia promesa de la mejor experiencia gráfica por su potencia. No me malinterpreten, la consola es potente y no dudo que los juegos se verán y jugaran increíbles, pero otra vez denota un foco diferente y no esta respondiendo a las peticiones de los fans como Sony o Nintendo: juegos de calidad.

    Ellos han desplegado con fuerza el énfasis en su nuevo gran Caballo de Troya, el Xbox Game Pass: un servicio de suscripción de Microsoft para usar con todas sus consolas de juegos Xbox y con Computadoras Personales con Windows 10. Incluso se puede usar con el celular. Descrito como el ‘Netflix de los videojuegos’, el Xbox Game Pass permite a los usuarios acceder a un catálogo grande de juegos de diversas editoriales por un único precio de suscripción mensual. Su idea puede cambiar la forma en que consumimos videojuegos.

    Xbox Game Pass, existe desde el 2017, pero ahora se expande albergando muchos más juegos y sumando casi cualquier plataforma a su ecosistema. Dado que la estrategia de conquista del living se ha hecho más difícil, se ve más interesante hacer lo que Netflix ha hecho, estar en cualquier dispositivo. Ya lo decía Phil Spencer, el jefe de XBOX, saliendo del closet con la estrategia en declaraciones de este año: su principal competencia ya no está entre compañías de videojuegos clásicas como Nintendo y Sony, sino de Amazon y Google.

    “Queremos que la gente se sienta miembro de Xbox, y por ello, en Xbox no se trata de un dispositivo, pueden ser varios”.

    Cien juegos mensuales por 15 dólares. Pero lo que parece tan bueno puede tener dos caras. Cantidad no es calidad, ya lo sabemos con muchas malas producciones de Netflix. Finalmente Sony y Nintendo han construido su prestigio y crecimiento sobre las exclusivas de calidad, como ‘Zelda’, ‘Last of Us’, ‘God of  War’ o ‘Mario’

    Microsoft debe poder asegurar que de verdad le importan los jugadores más que la metadata si pretende sobrevivir, presentando un batería de juegos potente, con sus estudios propios, porque la historia nos dice que el romance entre los jugadores y las consolas puede terminar rápido si nos decepcionan y si sigue así, ya no tendremos más 14 de febrero juntos.  

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