En una sala repleta de admiradores, cinéfilos y periodistas, la actriz Zoe Saldaña ofreció una conversación tan íntima como reveladora en el marco del Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF), dentro del ciclo In Conversation With…, presentado por Rogers. A lo largo de una hora, Saldaña hizo un recorrido por sus más de dos décadas en la industria cinematográfica, reflexionando con honestidad sobre los desafíos, los triunfos y su lugar en una industria que aún lidia con las complejidades de la representación y la diversidad.
Vestida con sobriedad y elegancia, Saldaña fue recibida con una ovación de pie en el TIFF Lightbox. “Estoy aquí no sólo como actriz, sino como mujer afro-latina que ha tenido que abrirse camino en territorios que no siempre fueron pensados para nosotras”, dijo al inicio de la charla, guiada por el programador del festival Cameron Bayle.
La conversación transitó desde sus primeros pasos como bailarina en Center Stage (2000) hasta su interpretación como Neytiri en la saga Avatar, de James Cameron, que sigue ostentando el título de la película más taquillera de la historia. “James me dijo que necesitaba a alguien que pudiera actuar más allá del maquillaje digital, que pudiera transmitir con el cuerpo. Me entrené como si fuera para ballet de nuevo”, recordó entre risas. “Y terminé colgada de cables durante meses”.
Uno de los momentos más emotivos de la jornada fue cuando recordó a Nichelle Nichols, la actriz original que interpretó a Uhura en Star Trek, papel que Saldaña asumió en el reboot de J.J. Abrams. “Me encontré con Nichelle antes de filmar. Me tomó las manos y me dijo: ‘Tú ya sabes cómo ser ella, sólo no olvides quién eres tú’. Esa frase me acompañó todo el rodaje”.
Pero más allá del espacio estelar, la conversación tomó un tono más político cuando se abordó su más reciente trabajo: Emilia Pérez, del director francés Jacques Audiard. En esta cinta, Saldaña encarna a una abogada que es contactada por un cartel mexicano para realizar una operación legal que trasciende las fronteras del género y la justicia. “Este papel me exigió tocar fibras que nunca antes había explorado. Hablamos de identidad, de redención, de cómo el amor y el miedo se entrelazan en contextos extremos”, dijo. La película fue ovacionada en Cannes, donde ella y sus coestrellas recibieron el Premio a la Mejor Interpretación Femenina. “Compartir ese premio con mis compañeras fue simbólico: no se trataba de un ego individual, sino de la fuerza de las mujeres juntas en la pantalla”.

A pesar de su estatus de estrella global, Saldaña habló con humildad sobre los desafíos de la industria, en especial para las mujeres racializadas. “Todavía hay juntas de ejecutivos que no creen que una historia liderada por una mujer como yo pueda vender. Pero cada proyecto que hacemos, lo hacemos para romper esos techos de cristal, aunque nos caigan encima los vidrios.”
También se refirió a su rol como productora en su compañía Cinestar Pictures, desde donde impulsa historias diversas como The Absence of Eden, dirigida por su esposo, Marco Perego. “No quiero esperar a que alguien más me dé permiso para contar estas historias. Quiero producir, escribir, elegir los ángulos. Quiero que otras mujeres también tengan esa libertad”.
El público, visiblemente emocionado, aplaudió varias veces durante la conversación, especialmente cuando Saldaña habló de la maternidad, del equilibrio entre su vida personal y profesional, y de cómo ha aprendido a decir “no” en una industria adicta al “sí”. “Al principio decía que sí a todo. Por miedo, por hambre, por ganas de mostrar que valía. Hoy digo que no sin culpa. Porque ya entendí que decir no también es construir tu propia narrativa”.
El TIFF 2024 ofreció muchas joyas cinematográficas, pero pocas experiencias tan humanas como esta conversación. Saldaña, sin efectos especiales ni trajes de ciencia ficción, demostró que su poder no reside sólo en los mundos que habita en la pantalla, sino en la verdad con la que mira de frente al público. “No vine a entretener solamente. Vine a existir plenamente”, cerró, arrancando una segunda ovación de pie que duró varios minutos.
En una industria que aún se debate entre el cambio y la repetición, la voz de Zoe Saldaña suena cada vez más necesaria. Y en Toronto, brilló sin necesidad de efectos digitales.