Por Ernesto Garratt
Desde que desembarcó en Hollywood a filmar su primera superproducción en la meca del cine, la entrañable “La historia sin fin” de 1984, el cineasta alemán Wolfgang Petersen parecía destinado al éxito en la taquilla y al beneplácito de la crítica.
Fallecido, según se anuncia en su compañía productora, a la edad de 81 años, Wolfgang Petersen posee una envidiable lista a su haber de triunfos en la taquilla, blockbusters como “Troya”, “Air Force One”, “En la línea de fuego”, todas apreciadas cintas masivas y hechas cada una con la orfebrería de un talentoso artesano cuando se trató de imponer el ritmo y el complejo baile del tiempo con dosis precisas de suspenso, acción, thriller y, sobre todo, capas de humanidad a sus personajes.
Petersen supo delinear al Aquiles de Brad Pitt en “Troya” (2004), al Presidente de USA o AKA Héroe de Acción a cargo de Harrison Ford en “Air Force One” (1997) y, claro, al crepuscular guardaespaldas presidencial interpretado por Clint Eastwood en “En la línea de fuego” (1993).
Todo lo que Petersen filmaba lo convertía en oro y su destino se definió en la gloria y majestad de su primera gran película alemana, la soberbia “Das Boat”, de 1981, la aguda observación a bordo de un submarino alemán en la Segunda Guerra Mundial.
Como si la nave fuera un insectario repleto con un grupo de malditos soldados al servicio del Tercer Reich a merced del trágico destino, la película “Das Boot” nos supo llevar por un viaje hacia la condición humana que le valió seis candidaturas al Oscar: una cifra enorme considerando que se trató de una cinta extranjera.
“La historia sin fin”, como ya dijimos, fue el desembarco de Petersen en Hollywood y su efecto en la cultura pop fue inmediato. Transformado en clásico instantáneo al adaptar la obra de Michael Ende, este filme sobre un niño con problemas evadiéndose en la lectura de un relato de fantasía fue grito y plata.
Hubo, claro, filmes de Petersen que no lograron dialogar con las audiencias, como su logradísima aventura de ciencia ficción “Enemigo mío” de 1985, con Dennis Quaid y Louis Gossett Jr. haciendo de rivales y luego amigos en un contexto de guerra galáctica. Matiné de buena cepa, “Enemigo intimo” demostró la versatilidad de este director alemán que sin duda supo tocar las teclas de la masividad y la calidad como pocos en el Hollywood del siglo XX.
En el último tramo de su carrera imprimió el sentido del espectáculo a dos filmes rodados en el agua y sus complejos vericuetos: “La tormenta perfecta”, de 2000 con George Clooney y “Poseidón”, de 2006 con Kurt Russell.
De hecho, en una entrevista que le pude realizar en 2006, Petersen me comentó que ya tenía su trilogía del “mar” justamente con el remake del filme de 1972 “La Aventura del Poseidón”, más el filme de Clooney y “Das Boot”.
Con la partida de Wolfgang Petersen se nos va un gran contador de historias: un creativo de la vieja escuela, artesano y preparado en los aspectos técnicos del cine y, además, un soñador capaz de hacer realidad las historias más delirantes, entretenidas y, literalmente, fantásticas. Y siempre, con los pies muy bien puestos en la tierra…o en el mar.