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    Daniel Kwan explica cómo su diagnóstico de TDAH inspiró “Todo en todas partes al mismo tiempo”

    El fascinante caos de la oscarizada película de ciencia ficción “Todo en todas partes al mismo tiempo” parece de otro universo, pero en realidad está basado en las experiencias reales del director y guionista Daniel Kwan.

    Por Sofía Monreal

    Según el medio South China Morning Post, este cineasta de 35 años tiene 15.641 correos electrónicos sin leer. En su escritorio, un calendario semanal de acrílico le da la cara en todo momento, y juguetes inquietos le ayudan a concentrarse. Sin estos objetos, todo se descontrola.

    Durante mucho tiempo, Daniel Kwan pensó que era un fracasado: la mala gestión del tiempo, la desorganización y la falta de atención hicieron que sus estudios y su carrera se vieran afectados.

    “Siempre sentía que me ahogaba o que iba por detrás de los demás”, recuerda Daniel Kwan, que ganó un Oscar al Mejor Director con “Todo en todas partes al mismo tiempo”. “Me costaba hacer tareas sencillas, encontrar la manera de cumplir mis plazos. Siempre se me olvidan cosas”.

    No fue hasta hace cinco años, mientras escribía su premiada película, cuando Kwan identificó la razón de sus caóticos rasgos: el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).

    El TDAH es un trastorno mental cuyos síntomas incluyen problemas de productividad, memoria y organización que interfieren en la vida cotidiana. Mucha gente asume erróneamente que el TDAH sólo existe en escolares, por lo que a menudo se pasa por alto a los adultos con este trastorno.

    “Descubrí que tenía TDAH sobre todo porque estaba escribiendo un personaje basado en mi madre, que siempre llega tarde, pierde cosas, hace diez cosas a la vez”, dijo Kwan en una entrevista grabada para la Semana de Sensibilización sobre el TDAH de Hong Kong el mes pasado.

    “Y a medida que investigaba más, poco a poco me di cuenta de que todo lo que leía no era más que un reflejo de mi vida”. Esta toma de conciencia no sólo ayudó al director a canalizar su vida en una película aclamada por la crítica, sino que el diagnóstico también fue un alivio.

    “Lloraba en mi cama al leerlo. Fue muy emocionante”, recuerda. “De repente, sentí que podía dejar de culparme. Ya no tenía que atenerme a las mismas expectativas que los demás”.

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