Calificación:
En la saga original de Star Wars el único padre que aparece en escena es un mal padre: Dart Vader, exjedi y ex Anakin Skywalker y la saga básicamente es sobre su redención frente a su heredero: el joven aprendiz de Jedi Luke Skywalker cuyo progenitor le corta la mano para decirle Yo soy tu padre.
Pura buena onda.
Ahorrándose seis películas, la maravillosa serie El Mandaloriano cubre más o menos lo mismo, pero en menos rango temporal y quizás más al hueso: Mando (con la voz de Pedro Pascal) es un mandaloriano, uno de los últimos de su especie, cazador de recompensas mateo y cuadrado que se humaniza como nunca imaginó cuando elige sin pensar, proteger y adoptar a una guagua de sólo 50 años de la misma raza que Yoda: The Child.
El Mandaloriano es entonces sobre cómo un padre no biológico, que escoge serlo, en vez de que le toca serlo viaja con su pequeño vástago adoptado por el parque temático de Star Wars, pero como ninguna serie o película de la saga lo había hecho antes.
El showrunner Jon Favreau mueve a este dúo dinámico por los clásicos set de la primera y mejor trilogía y así pronto caemos en la cuenta de que su cámara registra todo con el mismo espíritu de la cinta original de George Lucas: es decir, espíritu de western filtrado por el aroma de matiné, donde lo que importa es la aventura misma más que las sobreexplicaciones y las quintas derivadas que no aportan nada.
El Mandaloriano sabe perfecto cuál es su identidad, aunque al héroe no se le vea la cara. Este es un habitante de un universo imperfecto, con bares con tipos duros, cazarrecompensas sin Dios ni Ley, con soldados imperiales aún haciendo de las suyas y una Alianza Rebelde controlando apenas lo ganado justo después de El regreso del Jedi.
Y esto es esencial para comprender lo bien que funciona este producto. Aparecen a cada momento, decorados, personajes, naves, fondos, que hemos visto en la saga original, pero Jon Favreau los reutiliza y les da un nuevo significado y vuelta para que su ejercicio narrativo sea más que un simple acto de nostalgia.
Y creo que esa es la clave. Jon Favreau entiende que esto no debe ser conjugado en modo pretérito, nostálgico, como algo lindo que ya pasó y no volverá. Todo lo contrario, su genialidad es contar este cuento como si fuera un eterno presente. Ahora mismo, como si estuviera pasando en este instante frente a nuestros ojos.
La historia de Mando y el niño, tanto en su primera como en la actual segunda temporada, puede comprenderse en una lectura interpretativa como la experiencia de un fan adulto que revive de nuevo su pasión por Star Wars junto a su hijo, viviendo ambos una conexión actual y presente de un relato más viejo que el hilo negro: la épica de una aventura de matiné. Pero reactualizada, registrada y puesta en cámara como si el tiempo se hubiera detenido a inicios de los años 80s, como si expandiera y rindiera tributo a la estética de Star Wars de su edad de oro.
O sea, tras varios episodios en el cuerpo de esta maravillosa serie, resulta un deleite ver cómo revisitan Tatooine, se meten con los Monstruos de las Arenas para humanizarlos, o se dialoga con los Jawas o vemos a Mando y The Child volando en deslizadores imperiales sobre las dunas y que imaginamos no se cuántas veces que volábamos en los bosques de Endor siendo niños (hablo por las y los cuarentones como yo).
La Fuerza es fuerte en El Mandaloriano: un lujo que honra el valor inapelable de la paternidad y tributa la idea de reconocer no sólo a un hijo, sino que además de cómo el heredero la serie en sí misma mira con devoción a su fuente de origen, una saga criticada, pero jamás igualada. Hasta ahora por lo menos. Porque ya lo dice el viejo dicho: de tal astilla, tal palo pues.
Ficha Técnica
Título original: ‘The Mandalorian‘.
Año: 2019.
Duración: 40 min.
País: Estados Unidos.
Dirección: Jon Favreau (Creador), Dave Filoni, Deborah Chow, Rick Famuyiwa, Taika Waititi y Bryce Dallas Howard.
Guion: Jon Favreau, Rick Famuyiwa, Christopher Yost (Personajes: George Lucas).
Música: Ludwig Göransson.
Fotografía: Greig Fraser y Barry Idoine.
Reparto: Pedro Pascal, Gina Carano, Carl Weathers y Werner Herzog.