Por Mariana Poblete Cortés.
El camino de esta historia para llegar a las pantallas fue larguísimo. En 2008, Joe Hill y Gabriel Rodríguez Pérez lanzaron el primer arco de su novela gráfica ‘Locke & Key’, que se convirtió rápidamente en un éxito crítico y comercial, captando la atención de los canales de televisión.
Primero fue Fox, quien realizó un piloto en 2011 que quedó en el olvido. Después fue Hulu, donde ni siquiera pasó la etapa de pre-producción. Sin embargo, este año pudo ver a luz en Netflix principalmente gracias a Carlton Cuse, responsable de shows como ‘Lost’ o ‘Bates Motel’.
Las expectativas eran altas. Quizás demasiado, porque si bien la serie cumple de manera excepcional la adaptación de la historia original, hay elementos que quedan flojos.
‘Locke & Key’ relata la vida de la familia Locke luego del brutal asesinato de Rendell, patriarca de la familia. Su viuda Nina (Darby Stanchfield) decide llevarse a sus hijos; Tyler, Kinsey y Bode a la casa ancestral de la familia de su marido: una mansión semi abandonada en Matheson, Massachusetts, con una siniestra reputación.
Madre y dos de los hijos aún no saben muy bien cómo procesar la pérdida del padre. Tyler (Connor Jessup) insiste en hacer actividades como si nada hubiese pasado, Kinsey (Emilia Jones) se encierra en sí misma y Nina trata de no volver a viejos vicios.
Mientras que Bode (Jackson Robert Scott), el menor de los hermanos, descubre la existencia de un demonio que vive en el pozo de la casa y que su gol es encontrar las llaves con poderes misteriosos que han permanecido en la familia Locke por generaciones y que pueden ser peligrosas en las manos equivocadas.
Cuse y su equipo tuvieron la titánica tarea de adaptar este comic al servicio de streaming, que al igual que la casa de los protagonistas, se abre acorde a avanzar la historia, develando secretos y artefactos que pueden ser tan maravillosos como terroríficos.
Afortunadamente, el espíritu de la novela de Hill y Rodríguez vive intensamente en los diez episodios de la serie. Se nota que los showrunners tienen un gran respeto por el material original, dándole el tiempo necesario a los personajes para desarrollar sus arcos y sets que te absorben en la atmósfera de Matheson.
En esta misma línea, los guionistas y directores de los episodios se las ingeniaron para integrar cambios para que los que recién se inician en ‘Locke & Key’ puedan meterse en la historia con mayor facilidad. El orden de los eventos y los poderes de las llaves no son exactamente iguales a los del comic, pero sigue conservando el misterio característico de la obra original.
Lamentablemente, la serie tiene un problema con respecto al tono de sus episodios, ya que al ser más amigable con un espectador principiante se hace más énfasis en el misterio y la fantasía que en el horror. Es entendible, pero a veces puede llegar a ser algo molesto por la sanitización de escenas clave.
Asimismo, las subtramas de algunos personajes como Kinsey o Tyler son demasiado clichés y se alejan mucho del tono que plantea la serie, llegando a ser aburridas, muy hollywoodenses o ser una excusa para alargar la duración de los capítulos de una temporada que ya se siente algo larga.
‘Locke & Key’ tiene los elementos necesarios para ser una serie icono de Netflix. De convertirse en un posible reemplazo de ‘Stranger Things’ si es que se cancela o su calidad se desmorona irremediablemente. Pero aún hay cosas que afinar para que pueda brillar por sí misma y con la confirmación de la segunda temporada, Carlton Cuse y su equipo tienen la oportunidad de abrir la puerta al éxito.