Por Michelle Martínez Collipal
La importancia de una palabra no radica en su sonido, sino en el significado que se le otorga y en las imágenes que vienen a nuestra mente una vez que la escuchamos. Esta conocida facultad del lenguaje aparece en distintos momentos, como una máxima en la biopic sobre el aclamado autor de fantasía británico J.R.R Tolkien, que llega hoy a salas chilenas.
Con Nicholas Hoult y Lily Collins en los papeles principales, la historia usa las trincheras de la Primera Guerra Mundial como hilo conductor de un relato que se teje hacia atrás, para conocer los orígenes del creador de ‘El Hobbit’, ‘El Señor de los Anillos’ y ‘El Simarillion’; su infancia jugando con espadas de madera en Bloemfontein (hoy Sudáfrica), su forzado traslado a Inglaterra y la desprotección que vivió al quedar huérfano durante su adolescencia.
Este retrato de Tolkien es el de un joven apasionado por la literatura, las lenguas antiguas, y dueño de una impresionante creatividad, que no tarda en desatacar entre sus pares generacionales, incluso entre aquellos con muchas más oportunidades que él. La película nos muestra el camino que sigue el autor durante sus años formativos, las distintas personas que marcan su vida, y que luego servirán como elementos forjadores de su conocida obra.
El poder de la amistad para cambiar el destino, y la valentía de aquellas personas que se enfrentan a situaciones más grandes que ellos mismos, son otras máximas en esta historia. Temas que también cruzan las creaciones de Tolkien: ‘El Hobbit’, ‘El Señor de los anillos’, y sus respectivas adaptaciones a la gran pantalla. De esta manera, la película no solo se adentra en las fascinantes visiones del autor, sino que también es una herramienta para los seguidores de su obra, que permite hacer conexiones con aspectos y acciones que ocurren en el universo tolkieniano.
Como en toda biopic, se ficcionalizan algunos eventos, otros se exageran y otros derechamente se omiten. En este caso, la ferviente fe católica de Tolkien, su pensamiento conservador, su ecologismo y su aflicción por las clases sociales más bajas de Inglaterra quedan relegados para explorar otros aspectos que marcaron sus creaciones: su pasión por el lenguaje, la fraternidad semisecreta T.C.B.S (Tea Club and Barrovian Society) que formó con sus compañeros de escuela, su amor por Edith Bratt, la mujer que lo acompañó durante toda su vida, y el apocalíptico escenario de guerra que tuvo que atestiguar antes de escribir sus obras.
Estos recursos dramáticos provocaron que la familia de Tolkien no entregase su aprobación a esta historia. Independiente de eso, la película cumple en su género de biopic y emociona gracias a su bella banda sonora compuesta por Thomas Newman, sus cuidadas locaciones y las sólidas interpretaciones por parte de su elenco principal; aunque, tratándose de la vida de uno de los escritores de fantasía más importantes de todos los tiempos, los más puristas dirán que hay algunos aspectos en los pudo haber profundizado un poco más.