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    Claudio Guzmán, la conexión chilena de ‘WandaVision’

    La serie más popular del momento rinde homenaje en algunos de sus episodios a sitcoms como ‘El Show de Dick Van Dyke’, ‘Mi Bella Genio’ o ‘La Hechizada’. Los dos primeros, en blanco y negro y de inicios de los años 60, fueron dirigidos por el realizador nacional Claudio Guzmán, un caso único de chillanejo con temperamento californiano.

    Una cápsula espacial modelo años 60 cae en la superficie arenosa de una isla en mitad de ninguna parte. Es el Océano Pacífico Sur y los dibujitos nos muestran a un joven astronauta, una botella de base curvilínea y un par de palmeras en la playa. Desde el envase emerge una mujer vestida a lo Sheherazade que en menos de tres segundos cumple los deseos del extraviado capitán de la NASA que venía en el transbordador y lo envía de vuelta a tierra firme. Todo a cambio de que la lleve consigo. De preferencia, embotellada.

    La siguiente fase de esta historia será la vida en familia de la dedicada Jennie (Barbara Eden) junto a su esposo (al que le dice amo) en los soleados suburbios de Cabo Kennedy, en Florida. Son los créditos iniciales de Mi Bella Genio, uno de los más populares sitcoms de los años 60, plato de menú fijo en la televisión chilena en los 70 y 80. Protagonizada por Barbara Eden como la hechicera en la botella Jeannie y Larry Hagman en el rol del mayor Anthony Nelson, la serie siempre llamó la atención en Chile por al menos un par de detalles en sus créditos. Dos de los nombres eran absolutamente latinos: Hugo Montenegro en la música y, sobre todo, Claudio Guzmán en la dirección y producción de la mayoría de los episodios.

    Del primero sabemos que era un arreglador, director de orquesta y compositor nacido en Nueva York cuyo origen hispano es confuso. De Claudio Guzmán sí que tenemos más datos, empezando con que era un chileno nacido en Chillán, capital de Ñuble. Estudió Arquitectura en la Universidad Católica, quiso probar suerte en Estados Unidos y a los 24 años empezó a trabajar en el decorado escenográfico de la naciente industria televisiva de ese país.

    El caso de Claudio Guzmán, bastante singular en tiempos en que el término globalización era sólo una palabra fantasma en el diccionario. En realidad es único en el país: ser un creativo de peso en la endogámica industria del entretenimiento gringo de los años 60 era una meta compleja hasta para los nacidos en California. Guzmán cruzó esa meta con holgura y se puede decir que el título le sirvió para mantener su nombre y marca por el resto de su vida.

    Pero ¿A qué viene todo esto en medio del panorama pop y actual de NerdNews? ¿Qué tiene que ver ‘Mi Bella Genio‘, una serie clásica en el estrecho panorama catódico de los tiempos de la dictadura con lo último que nos vuela la cabeza y nos mueve la mandíbula al pensar en la oferta inabarcable del streaming?

    En fin, tiene que ver en la medida que todo está conectado en la vida, y probablemente los seguidores de la serie ‘WandaVision‘ de Disney Plus se preguntan qué tipo de iconografía, valores, estética, personajes e historias representan los dos primeros capítulos de la producción. En este sentido, la conexión al esquema sitcom de los 50 y 60 es nítida.

    Es el dispositivo que involucra a una esposa servil y siempre sonriente en un hogar con un esposo trabajador y atribulado. Es el decorado humano que también involucra a un jefe algo gruñón, pero finalmente buen tipo: premia a los esforzados self made men. Es el entramado que también animó ‘La Hechizada‘, serie rival de ‘Mi Bella Genio’ y, en rigor, aún más popular.     

    Bajo el modelo de Lucy

    Pero antes de estos dos sitcoms, para Claudio Guzmán estuvo ‘El Show de Dick Van Dyke‘, donde literalmente todo es idéntico a los dos primeros capítulos de ‘WandaVision‘, incluyendo living, puerta de entrada de la casa, gesto de saludo del esposo al ingresar, vestimenta de la mujer, dormitorio, living y comedor.

    Acá el chileno  también participó como director de uno de sus episodios y en realidad si uno se pone a revisar con rigurosidad su currículo se va a encontrar con 33 producciones televisivas bajo su dirección (incluyendo ‘La Novicia Rebelde’ y ‘El Show de Patty Duke’) y 24 en el rol de director de arte, su oficio original. Eso dice al menos la base de datos IMDb.

    Fue como director de arte que entró por la puerta grande a la industria estadounidense y con esas credenciales empezó a trabajar con la actriz Lucille Ball, la mujer más poderosa de la televisión en los 50 e inicios de los 60. Ella fue la personificación, factótum y modelo a seguir de la mujer promedio americana de la época, dueña de la compañía Desilu Productions junto a su esposo actor Desi Arnaz, desde donde emergieron series como la clásica ‘I Love Lucy‘, pero también ‘Los Intocables‘, ‘Misión Imposible‘ y ‘Star Strek’ (‘Viaje a las Estrellas’).

    A estas alturas hay que ser claro: Claudio Guzmán no fue un creador, sino que un eficiente y diestro ejecutor. No era guionista. Hoy no sería showrunner. Pero su formación de arquitecto lo capacitó para sacar adelante y echar manos rápidas a la obra.

    Su época de gloria fue de los años 50 a los años 60. Fue el período en que estuvo casado con la cantante y actriz italiana Ana Maria Alberghetti, que comenzó en la ópera, ganó un Tony en el musical ‘Carnival!’ y actuó en películas con Jerry Lewis, Dean Martin y Bing Crosby. Con ella tuvo a sus hijas Alexandra y Pilar. Al ver las fotografías de la talentosa y atractiva Ana María, uno no puede dejar de pensar en el personaje de Francesca Capucci, la actriz italiana caracterizada por la chilena Lorenza Izzo con que se casa Rick Dalton (Leonardo DiCaprio) en ‘Erase Una Vez en Hollywood’, de Tarantino.

    Los años 70, por decirlo de alguna manera, fueron raros. Al menos en cuánto a lo que hizo. Se podría decir que tal vez fueron “experimentales”. En 1972, en plena Unidad Popular, vino a Chile con su amigo actor Larry Hagman a dirigir la película Antonio. Fue su único guion y contaba la historia de un acaudalado gringo que escapaba de su esposa, manejaba un Mercedes Benz de Viña del Mar a Santiago y quedaba en pana en la carretera. Hay que tener muy mala suerte para que te falle un Mercedes, pero desde el momento en que todo sucedía en Chile, ya se puede decir que la historia era poco común.

    La película no está en los anales de lo mejor de cine chileno por supuesto. Lo que sí quedó fue el anecdotario, la pequeña historia, el detalle. Uno de ellos dice que Hagman (que ya había sido el mayor Nelson en ‘Mi Bella Genio‘, pero aún no era J.R. Ewing en ‘Dallas‘) se refirió a la “interesante experiencia” de la Unidad Popular con bastante entusiasmo.

    Tres años más tarde, tal vez buscando su destino en otros formatos, Claudio Guzmán dirigió algo aún más desorbitado: ‘Linda Lovelace for President’. Es un ejemplar único. Un pájaro dodo del cine setentero. Aquí Lovelace, la actriz porno de ‘Garganta Profunda‘, busca llegar a la Casa Blanca apelando a una base popular y sui géneris al mismo tiempo.

    En los años 80 Guzmán dirigió tres episodios de la teleserie ‘Villa Los Aromos‘ e intentó echar a andar un matinal en Televisión Nacional. Nada de eso funcionó. Dicen que nunca perdió el acento chileno y que se sentía como en su casa. Pero en realidad es probable que su oficio estuviera en otro tiempo y en otro espacio, en la dimensión donde Los Ángeles no queda a una hora de Chillán, sino que a cinco de San Francisco. Y donde no era el 12 de julio del 2008 de su muerte, sino que los felices 60 de Larry Hagman y Dick Van Dyke.

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