La nueva película del director chileno es una sátira de terror arriesgada y notable sobre Pinochet visto como un vampiro que sigue succionándole la vida a Chile. Explorador desde sus inicios del concepto del poder, de sus usos, atropellos y más que nada abandonos, el cineasta logra acá algo que los vampiros jamás podrán hacer: vernos reflejados en el espejo de la pantalla de cine con toda nuestra monstruosidad a cuestas.
Ernesto Garratt escribió en revista Anfibia sobre esta valiente parodia que toca un tabú en Chile. ¿Hacer o no sátiras sobre Pinochet? La respuesta en verdad da lo mismo, es una discusión absurda ya que El Conde es una contundente película, premiada en el Festival de Venecia por su guion, y que está sobre ineptas apreciaciones sobre quién es más de izquierda o más de derecha.
Esto se puede leer en el ensayo de Anfibia:
“Filmada en un necesario blanco y negro, como si se tratara de una película expresionista -qué mejor que citar al expresionismo alemán para hablar de monstruos y sus monstruosidades-, El Conde funciona bajo el pálpito de una comedia disparatada de Emir Kusturica, del surrealismo de Federico Fellini, de la irreverencia del funado Román Polanski en La danza de los vampiros, más la chilenidad absurda de un Raúl Ruiz en ácido. Por supuesto que las facciones de Paula Luchsinger Escobar (gran performance como una monjita con delirio de Van Helsing) recortadas por el cielo patagónico son una cita y un homenaje a Juana de Arco de Carl Dreyer”.
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