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    Ernesto Garratt, autor de ‘Casa Propia’: “Me encantaría haber volado, pero la realidad es mucho más triste”

    El periodista y novelista autor de Allegados, ganador del premio Marta Brunet 2018, lanza la segunda parte de su trilogía ambientada en el Chile los ochenta, ‘Casa Propia’.  

    Entre los estantes de ficción y biografías  de la librería Qué Leo de Dublé Almeyda en Ñuñoa está sentado Ernesto Garratt. El periodista, crítico de cine y contador de historias está cómodo, está en su elemento, entre la ficción y biografía, coincidentemente los géneros por los que se mueve su trilogía literaria Allegados, de la editorial Hueders. Cuya primera entrega, su debut en la novela, lo hizo merecedor del Premio Marta Brunet el 2018.

    Hoy, dos años más tarde de la publicación de su ópera prima, y con el estallido social más grande de los últimos 30 años como telón de fondo, lanza la segunda parte, ‘Casa Propia’, que relata la materialización del sueño del primer libro,  un nuevo año en la vida del protagonista que, aunque vive en el Chile de fines de los ‘80, está muy conectado con la realidad actual.

    Su creador habla en esta entrevista con Nerd News de lo acertado que resulta el contexto actual para continuar la historia del protagonista, ahora de 17 años y a punto de salir del liceo y su madre, que una vez más se enfrentan a la cruel realidad de ser allegados en Chile. Los niveles de fantasía aumentan, convirtiéndola en otro personaje que acompaña las intervenciones del vampiro Mihai, que logra una nueva relevancia en esta secuela, dejando terreno dispuesto para una tercera parte memorable.

    -¿Cómo fue el proceso creativo de esta segunda novela y en qué se diferencia a la primera?

    El primer proceso creativo fue de búsqueda y entender para dónde iba el mundo, o qué quería hacer yo, porque era ambicioso. Eso de juntar el objeto y su reflejo era complicado, juntar dos cosas que parecen tener nada en común. Pero ahora ya me sentía cómodo con eso, descubrí el mecanismo, supe cómo utilizar los efectos especiales, para poder juntar los mundos, la fantasía y la realidad. Que hubiera un discurso y un asidero social, como siempre me ha interesado, pero quería que fuera más aventura,  que fuera más libre en ese sentido, que volara más, literalmente.

    -Cuando tuviste la idea de hacer Allegados, la trilogía, ¿ya tenías una estructura predeterminada?

    Sí, sabía dónde empezar y dónde terminar, lo que descubrí ahora es que tenía que subir el volumen en la fantasía, porque quería usar eso como una especie de reflexión acerca de la salud mental. Cuando uno tiene problemas de salud mental sube el volumen, está más intenso. Esa era mi idea, jugar un poco con la fantasía  como una especie de lectura de la salud mental y por eso también quise subir lo delirante de las situaciones.

    -En un porcentaje ¿qué tanto tiene de Ernesto el personaje principal?

    Todo y nada, el personaje es un alter ego, pero a mí me hubiera gustado que me pasaran todas esas cosas. Me encantaría haber volado pero la realidad es mucho más triste y miserable. Yo tomé gran parte de lo que me tocó o me toca ver y lo convertí en algo más digerible, aunque hay mucha gente que dice que es rudo, pero te juro que la realidad es mucho más ruda, y en mi caso fue mucho más ruda.

    -En este contexto de “estallido social”, ¿es Mihai el odio acumulado de Chile?

    El recurso del vampiro lo usé siempre como una idea de evasión, pero también tiene una razón de ser, ese vampiro viene del futuro. Las novelas están ambientadas en el ’88, ’89 y ’90, es nuestro pasado. Una fecha clave en que elegimos democráticamente un modelo a seguir, que es el modelo que fracasó frente a nosotros ahora. Para mi Mihai siempre fue alguien como yo, una persona de 40 o 50 años, que se dio cuenta que este modelo fracasó. Entonces sí, Mihai es el escepticismo y es la rabia, es la frustración de alguien que representa el futuro, y que viene con un mensaje que es ‘no quiero ser más un vampiro’. Un vampiro en la cultura pop es alguien que succiona sangre, y estamos llenos de vampiros en este 2019. Las AFP, las Isapres, los abusos, etc. El vampiro, como decía Diamela Eltit, es muy crítico al capitalismo en la literatura, muy crítico de la figura del abusador, de alguien que es de la aristocracia y abusa de los demás, los ve como carne, como comida no más, los usa. Entonces, intuitivamente yo quería usar la figura del vampiro, y también dar vuelta esa idea y decir, qué pasa si alguien de esos vampiros abusadores, alguien con culpa, no quiere comer carne, quiere ser vegano, quiere recuperar su humanidad. Ese era mi juego con el vampiro pero nunca anticipé que iba a tener tanta comunicación con lo que está pasando ahora.

    -¿Te sientes pitoniso en ese sentido?

    Me lo dijo mi traductora, me lo dijo mi agente literaria, y en el libro está la idea frecuente del fin del mundo, que para mí es esto. Es el fin de un mundo, de una manera de ver una realidad que es sumamente fría e inhumana.

    -Calzó todo lo que está pasando con el lanzamiento y calza perfecto la noción que tienes del vampiro.

    Sí, es mi interpretación del vampiro, y obviamente viene de un futuro que es bien inhumano y despiadado con el más débil. Y eso es lo que podemos ver hoy en día, un Chile del futuro, a vista y paciencia de lo que uno creía que iba a ser en 1989, inhumano y súper cruel. Te invito a ir ahora a la Posta Central y vas a ver de seguro a una persona muy grave, que no puede ser atendida porque no hay camas. Eso es súper salvaje y violento, y así suma y sigue, gente sin casa a vista y paciencia de esta elite versallesca, vampiresca, a la que no le interesamos en lo más mínimo.

    -En ese sentido ¿Qué es para ti el resentimiento?

    Todo. Para mí, que me digan resentido es como que me digan que tengo el pelo canoso, me da lo mismo, es parte de mi esencia. Ser resentido para mi significa que uno siente el doble las cosas, re-siento las cosas. Eso es porque durante mis primeros 20 años de vida, y en general, gran parte de la vida, te hacen sentir tan fuera de lugar. Hay tanta humillación e invisibilización, especialmente cuando eres allegado o carente de recursos, que obviamente tu mecanismo de defensa se vuelve más alerta y estás sintiéndolo todo. Ese sentir todo es que sientes el doble o el triple, estás re-sintiendo. ¿Y si tengo odio en mi corazón?, tengo harta rabia, sí, porque encuentro que todo es injusto. Lo dicen como si fuera una ofensa, y no son capaces de ver que las personas resentidas somos millones en este país.

    -¿Este libro es para aquellos que usan “resentido” como ofensa?

    Siempre he sentido que la clase media-baja ha sido súper invisibilizada. De hecho este es el primer libro de allegados que hay en la literatura chilena. Y todos los libros de clase media, que hablan de comunas más populares, siempre están escritos en clave cuica, en clave literatura de elite. Lo que yo quería hacer, en la medida de mis posibilidades es a hablar en códigos que gente como yo, gente de mi mundo, entendiera. Yo no soy una persona cuica ni de clase alta, entonces quería hablar en los códigos y referentes que sí entiendo. Animación japonesa, fantasía, novelas gráficas de Grant Morrison, Alan Moore, Neil Gaiman y cine de ciencia ficción que amo por sobre todas las cosas. Con un filtro muy en lo melodramático y en la propia manera en que el chileno adapta el melodrama, muy simple, pero que a la vez tuviera capas y complejidad, y que cualquiera fuera capaz de seguir. Porque además tengo el reto de juntar dos mundos, que es la historia y la historia dentro de la historia.

    -¿Qué tipo de feedback has tenido de ese público?

    El cuico, en general, no lo entiende. Algunos lectores de clase acomodada no comulgan con el vampiro, no lo entienden. Esto es solo en mi muestra empírica que no representa la realidad, pero las personas que vienen de mi propio universo social enganchan muy bien con la propuesta en general. Pero si pudiéramos hacer una regla, a más recurso económico, más se castiga la idea del vampiro.

    -¿Tendrá que ver eso con que las personas de clase baja tienen más necesidad de evadir la realidad?

    Yo creo que conectamos mejor, porque por ejemplo, yo nunca he ido a esquiar a la nieve, y no creo que lo haga, porque es una frontera mental para mí. Pero sí puedo abrir mi cabeza y estar en los mundos de Mihai o volar en una nave espacial mientras leo una novela de ciencia ficción. En general la fantasía es castigada en estos sectores donde sí van a la nieve, donde no tienen límite para tener acceso a cosas físicas esta realidad. En mi mundo hay tantas cosas prohibidas per sé, uno creció en una dictadura, en una sociedad donde tu lugar era ese rincón, y lo demás lo ocupaban los demás, entonces no te quedaba otra que comulgar con la fantasía, hacer como Salgari e inventar el resto del mundo. Esto es una teoría que se puede caer con que saquen un naipe de abajo.

    -¿El manuscrito de la tercera parte de nutrió del contexto actual o es anterior?

    Fue anterior, pero es heavy, porque si lo lees es como si lo hubiera escrito ahora, pero no, lo escribí hace como dos años. Justamente está ambientado en un año clave, que es el ’90, uno ya sentía el escepticismo, uno decía que esto iba a cambiar, y no cambió nunca. Se convirtió en un país donde los vampiros son nuestros señores.

    -¿Crees que esto tiene alguna salida más allá de la constitución, una salida a la felicidad?

    Tenemos la plata para financiar esa felicidad, dicen que no está, pero sí está. Y si no está, tenemos el litio, que es como el petróleo de ahora. Estamos llenos de recursos y posibilidades, yo creo que falta voluntad de los líderes y del Versalles que en estos momentos es dueño del capital productivo y de todo. Yo siento que no hay necesidad de asustar más a la gente, para eso están los vampiros que nos asustan. No hay ninguna necesidad de caer en el medio, esto es un proceso, van a ser años intensos, pero hay que tener en vista que después de esto vamos a ser un mejor país. Y si no nos convencemos de eso y caemos en el juego de los que quieren que esto se disuelva, que no haya cambios reales, que siga operando la corrupción, las colusiones, no vamos a llegar a ninguna parte. Esto ya cambió, no tiene vuelta atrás.

    -Hablando del futuro de la trilogía ¿está la idea de poder contar la vida del protagonista en la actualidad, cómo vivió estos 30 años?

    No, no todavía. Estoy pensando en otras historias ahora, estoy pensando en dos o tres historias que me tienen tomado, de un tono más adulto, pero que tienen que ver con género y preocupaciones que son actuales como la corrupción en la policía, un thriller que habla de eso.

    -Todo contado como novela

    Sí, novela, full ficción. Los temas que me preocupan son el concepto de igualdad en Chile, algunos dicen que la gente no es igual en Chile. Cómo te explico que nacemos iguales en derechos y en dignidad, sí, somos iguales. Lo otro que me sorprende son las diferencias raciales en Chile. Cómo es posible que no se enseñe mapudungún en las escuelas, o quechua. Cómo no hay profesores enseñando el alfabeto, los números del mapudungún, estamos muy al debe, y esos son los temas que me interesan. Este un país que está casi desarrollado, pero tiene serios problemas de identificación, no sabe qué es. Somos súper capitalistas, valoramos lo material, buscamos urgentemente lo espiritual o la trascendencia, o algo que hable algo más, pero no sabemos qué somos. Y mientras no discutamos y resolvamos ese tema, vamos a estar perdidos, y por eso resulta tan importante hablar desde una posición, aunque suene pedante, artística. Porque en el arte están las respuestas, porque hay hartas preguntas. Eso es lo rico del diálogo con una novela, por ejemplo, tu les puedes plantear algo, pero les dejas ventanas abiertas para que el lector complete las ideas.

    -¿Cómo se puede identificar un adolescente actual, millenial con el adolescente que relata la historia?

    Yo creo que la búsqueda de la identidad es algo común entre los distintos tipos de adolescentes de todas las épocas, por eso el género coming of age es tan fabuloso, porque esa transición entre la niñez y la adultez es brutal y llena de definiciones. Yo creo que el millenial, que ha crecido en una cierta abundancia, en este ficticio oasis, le puede gustar este libro porque les puede servir para saber cómo fue crecer en un país de verdad miserable. Los millenial han visto cómo sus papás se endeudan, cómo les pagan la educación, cómo hacen la bicicleta. En el tiempo que yo crecí no había nada, no había posibilidades de bicicleta, de endeudarte, las casas comerciales no te daban tarjeta. De hecho, mi mamá se endeudó para tener una casa propia, *spoiler*, se murió y yo heredé la deuda. No le dieron seguro de desgravamen, lo que me parece miserable y violento, y yo terminé de pagar las deudas de mi madre muerta, más mis propias deudas.

    Siento que se van a identificar los adolescentes o cualquier lector, porque hay romance, hay ideas sociales, hay fantasía, y traté de juntarlo todo en un combo que fuera entretenido, intenso y con contenido apropiado para nuestra realidad. Que podamos leer y pensar.

    -Tú que eres tan crítico de los millenial ¿qué piensas que hayan sido ellos los responsables de que Chile despertara?

    Me callo, me arrepiento de haber dicho lo que dije, los millenial me taparon la boca, los encuentro espectaculares. Han dado sus ojos, su sacrificio, que manera de ser valientes. Sin ellos este cambio hubiera sido imposible, para mi son fundamentales, son como una locomotora sin miedo. El estado les ha reventado los ojos, los ha dejado en coma, son acciones aterradoras del estado contra estos jóvenes, pero ahí están con energía, con valor y coraje, manifestándose por todos. No hablo de los vándalos, hablo de personas con calidad artística que hacen las performances, como Las Tesis. Jóvenes que se salen de la norma, que usan expresiones artístico-culturales como una herramienta vital de enarbolar una bandera por las personas más desvalidas. Son de una entereza, yo no me puedo poner en los zapatos de Gustavo Gatica, es una tragedia lo que le pasó, y pesar de que perdió sus dos ojos a manos de carabineros, él no comunica desde la desesperanza. Toda esa muestra de coraje me tapó la boca, tienen todo mi respeto.

    -Volcándolo al libro ¿esta generación sería hija de los personajes del libro o ellos mismos estarían manifestándose?

    Yo diseñé el personaje de manera que siempre tiene una mirada crítica. Vivir desde la sobrevivencia y desde la carencia más absoluta te hace alguien más atractivo literariamente, porque es alguien que está en una frontera, no está en una casilla no más, no es un valor absoluto, sino que tiene matices. El personaje que diseñé como protagonista está adelantado a su época, es muy actual. Es ilustrado, habla las cosas, está full conectado con sus emociones, es súper honesto al decir que odia, y eso no lo hace cualquiera.

    -Esta relación con el odio tan directa que tiene el protagonista genera reticencias ¿cómo logras que esa relación sea fluida?

    El odio lo uso como combustible creativo, no es que odie como antes.

    -Eres como Magneto.

    Claro. Creo que recordar esos momentos, recordar esas carencias te hacen construir algo. Quise usar el odio como una fuerza honesta dentro de la historia para el personaje. Tampoco es que ande odiando todo, no es ‘My kampf‘. Quería hacer una novela juvenil, amorosa, con mucha emoción, y cuando uno se abre al espectro de las emociones tienes que tener en cuenta el odio y la rabia, porque eso nace de una matriz muy injusta. Es lo que pasa ahora con el errado diagnóstico del ejecutivo, que no son capaces de ver la gama de emociones que hay en la ciudadanía actualmente, y muchas tienen que ver con la rabia y el odio, porque han sido despreciados, maltratados, ignorados, y muchas de esas personas han muerto esperando atención médica. Cuando no eres capaz de empatizar con eso, cuando no eres capaz de analizar la situación con criterios emocionales estás fuera del diagnóstico y no tienes herramientas para medir la realidad acertadamente. Lo que quise hacer como escritor, como creador fue ser súper sincero y abrir los abanicos emocionales del personaje para el lector, porque era mi manera de empatizar con él. Yo sé que el odio genera anticuerpos, pero está completamente justificado narrativamente, para que el lector, a pesar de ese gran escollo, pueda sentirse cómodo siguiendo la historia.

    -Uno de tus referentes es Guillermo del Toro, la fantasía llevada a la vida real, como es en el caso del Laberinto del Fauno.

    Sí, para mí son referenciales ese tipos de historias, donde se junta fantasía y realidad. Creo que la primera película de ese tipo que me marcó fue ‘El Mago de Oz’, también ‘Alicia en el país de las maravillas’, de hecho el espejo como portal, me encanta. Ese truco literario es muy bueno, por eso lo usé ahora y me gusta mucho la idea de juntar esos dos mundos. Es rico usar efectos especiales cuando están bien usados, me gusta la fantasía, soy ñoño y qué. Pero también me gusta que la fantasía tenga cierto peso, que no sea una explosión vacía no más. Que la explosión genere esquirlas, que esas esquirlas lleguen a alguien, y que ese alguien esté herido, y que esté herido o no importa en la historia. Me gusta la fantasía pero para hablar de algo que me parece es súper importante porque hay una extrema validación de lo material, de lo real, de lo concreto, de cuánta plata tienes, cuánto costó tu auto, etc. En cambio el recurso de la fantasía, de la magia, estás hablando de cosas que son inasibles, pero que están en el libro porque yo digo que están, y que no tienen un valor o peso como un mesa.

    ¿Hay cierto nivel de verdad en esa fantasía? ¿Crees en ella?

    Obvio, yo creo mucho en la magia, pero no en la magia de caldero. Yo creo en cosas inasibles también, porque cuando se te muere tanta gente, al final uno dice, no creo que sea aquí no más, no puedo ser materialista. Fui educado en la creencia de la vida más allá de la muerte y me han pasado cosas que me llevan a pensar que es así. Y creo en esa inmaterialidad, en esa magia, creo en la posibilidad de que eso mejore tu vida, que sea un aporte en las historias. Por eso me gusta Alan Moore y Grant Morrison, que son magos. Y el animé, me encanta también.

    -Cuando decidiste incluir la fantasía como otro personaje dentro de la historia ¿lo pensaste desde un principio así? ¿Pensaste las habilidades que iba a tener el protagonista?

    Sí, pero las habilidades se dieron solas, las iba pensando mientras armaba los días. El primer fin de semana que armé, que fue sábado, domingo, lunes, dije que iba a contar lo que pasa, pero al momento que estaba escribiendo lo que pasaba, que era ser allegado y estar encerrado, revivir todo ese dolor era como estar en ‘Inception‘ cuando estás en el sueño de alguien, estás recreando el momento. Yo pensaba que no quería estar ahí, que quería ser invisible, y ahí pensé que en que nadie vea al protagonista. Que ganas de irme volando de acá, y el personaje vuela. Que ganas de saber qué piensan los demás, siempre me he preguntado qué piensan los demás de mi. Fue una reacción súper visceral a lo que iba escribiendo, porque al escribirlo estaba revolviendo un recuerdo que es súper doloroso, entonces para zafarme de ese dolor tenía que inventar una coraza de fantasía.

    -Esa habilidad de ser “invisible”, es una invisibilidad deseada…

    Que no ves tu reflejo, te vuelve loco. Que terrible no poder verte.

    -Pero que los otros tampoco te vean, es como la realidad, estamos ahí pero no nos ven.

    Terrible también, estamos súper invisibilizados, de hecho este Versalles chileno sigue sin vernos, sigue sin considerarnos en lo más absoluto. Ni siquiera hay un discurso, una mención, cuando hablan, hablan de su grupo de privilegios, y todo eso es súper frustrante. En los programas de política hablan de nosotros como si no estuviéramos ahí, es como “las gentes”. Están hablando de mí, de gente como yo, y siguen hablando de ellos mismos y de lo que va a hacer el tipo de la elite A, con el tipo de la elite B, cuyas decisiones van a tener impacto en nuestras vidas, pero siguen sin hablarnos a nosotros. Tenemos que hacer una pirámide humana de un millón de personas para que nos tomen en cuenta, y que sepan que tiene que hablarnos a nosotros. Por eso trabajo con la idea de la invisibilización constante, porque es mucho, se pasan. Y tú sabes que una cosa existe cuando la nombran, por eso el personaje no tiene nombre, porque para la gente no existe. No sé si lo logra, pero la novela explica una matriz de mundo que no ha cambiado nada en 30 años, de personas que han sido invisibilizadas, abusadas, maltratadas. Recuerdo claramente cuando logramos la casa propia, que lo único que quería era que nos trataran con dignidad. Más allá de tener la casa, lo material, era vivir con dignidad. El derecho de vivir en paz, citando al maestro, porque es muy difícil en este país.

    -¿Eso es lo que busca el protagonista de la novela?

    En su cabeza de adolescente, sí, para allá va. Yo me acuerdo que cuando entre a la universidad estaba clarísimo que me iba a cambiar la vida, que iba a poder tener más oportunidades. Pero no por eso voy a renegar de mis orígenes. todo lo contrario, estoy muy orgulloso de mis orígenes, y por eso escribo de esto, porque no quiero que olvidemos de dónde venimos y lo que somos. Porque parece que nos mareamos en el camino y pensamos que somos cualquier cosa menos lo que somos.

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