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    La despedida de ‘Game of Thrones’

    Después de nueve años, ocho temporadas y 73 episodios, finalmente asistimos al esperado y polémico desenlace de ‘Game of Thrones’. Una serie que instaló el género de fantasía en la televisión de manera definitiva a través de una apuesta para público adulto, con altos niveles de violencia, sexo, intrigas y muertes inesperadas; con personajes ambiguos (muy ambiguos) en términos morales, una producción que comenzó con US$ 60 millones por temporada y llegó hasta los US$ 100 millones; y que, por lo mismo, no escatimó en el despliegue visual de este mundo, con locaciones, vestimentas, armaduras, etc. Todo eso, para que fuera lo más real posible.

    Es un hecho que, a nivel mundial, cada espectador tiene su propia opinión sobre ‘Game of Thrones’ y su desenlace, de modo que –en ese contexto-, estas palabras son solo “una mirada” y no “la mirada” sobre un fenómeno televisivo que seguramente seguirá siendo analizado a futuro.

    Y bueno. No sé si fue el mejor final, pero sospecho que fue un final que intentó dejar satisfechos a todos, lo que hoy es cada vez más difícil. Eso ya quedó demostrado con ‘Star Trek: Discovery’, “’Avengers: Endgame’ y en los próximos meses ocurrirá algo parecido con la adaptación televisiva de ‘Watchmen’ y en diciembre con ‘Star Wars: The Rise of Skywalker’. Es que el entusiasmo y apoyo de los seguidores de estas y muchas otras franquicias se han convertido en fanatismo militante. Insisto, no se puede dar en el gusto a todos.

    Pero volviendo a ‘Game of Thrones’, debo decir que mi apuesta iba por Sir Davos, quien me parecía el más digno e indicado para sentarse en el Trono de Hierro. Por lo mismo, no me convenció la figura de Bran, aunque es una excelente jugada establecer un soberano por elección y discapacitado, que rompe con el “antiguo orden”. Y por lo mismo, pienso que en algún oscuro rincón de Westeros ya se debe estar planeando la nueva insurrección contra “el cuervo de tres ojos”.

    Sansa, como la Reina en el Norte, hace justicia al sueño de su padre, Ned Stark, y garantiza la independencia de Winterfell. Después de todo, basta recordar cómo cambió aquella niña mimada que conocimos en la primera temporada. Su camino hasta el trono fue largo y tortuoso; incluso no deseado. Pero Winterfell estará bien en manos de su reina.

    Por su parte, Tyrion, quien nunca tuvo alguna posibilidad real de llegar al trono, seguirá en la órbita del poder. Es el Maquiavelo de Westeros y eso, seguramente, le garantizará una larga vida como la Mano del Rey de Bran. Aunque, hay que decirlo, si fue la mano de Jon Snow la que terminó con la vida de Daenerys, fue Tyrion el “autor intelectual” del crimen. Y por lo tanto, la sacó barata.

    La muerte de Daenerys no me convenció, lo siento. Ella merecía más tiempo en pantalla, un mejor diálogo final, una épica mayor y, por cierto, una muerte a su altura. Sobre todo, porque después de los hechos del penúltimo episodio, era casi un hecho que ella no podía vivir para gobernar los Siete Reinos. De esta forma, ella queda en el registro de otras muertes apresuradas y precipitadas de la última temporada.

    Drogon es el gran personaje de este desenlace. Es que su intento por despertar a la “Madre de dragones”, en mi opinión, es la escena más conmovedora del último episodio. Es el hijo devastado por la orfandad repentina en un mundo que le es ajeno. Él sabía que todo el camino recorrido por Daenerys había sido para llegar a sentarse en el Trono de Hierro. Y, de esa forma, se convirtió en la causa de su muerte.

    Además, Drogon es quien, finalmente, corta el Nudo Gordiano sobre quién se quedaba con el Trono de Hierro. Su destrucción pone fin a un largo ciclo de muertes y guerras, y establece el inicio de un nuevo orden. Por lo mismo, si no era de ella, no sería de nadie.

    En ese sentido, la partida de Drogon con el cadáver de Daenerys entre sus garras establece el mejor final abierto de una serie en la que varios personajes se movieron entre la vida y la muerte, sin mencionar la existencia de un enorme ejército de muertos vivientes. Y tal vez Drogon sabe más de lo que uno cree y él conoce algún lugar, alguna manera de que Daenerys vuelva de la muerte. ¿Eso podría ocurrir? No lo sé, pero sería un estupendo spin-off. En todo caso, vale la pena recordar que al este de Westeros está el continente de Essos y también Dragonstone, lugar de origen de los Targaryen.

    Del mismo modo, la partida de Arya hacia el oeste, con el escudo de los Stark sobre las velas de su barco, es otro excelente final abierto para otro spin-off que, seguramente, sería del gusto de millones de espectadores. Porque si Westeros se parece a la Europa de los siglos XIV y XV, hacia el oeste bien podría existir algo similar a América; un nuevo continente esperando ser descubierto por Arya y un escenario ideal para la legendaria mujer que mató al Rey de la Noche.

    Y Jon Snow, que creció temporada tras temporada, que se había sacudido el estigma del bastardo, que volvió de la muerte, que siempre pareció el elegido para matar al Rey de la Noche y luego para acabar con Cersei, terminó en el exilio y el olvido. “El pago de Westeros”, en pocas palabras. Jon merecía un final mejor. Sobre todo porque, con el enorme forado que quedó en El Muro, la Guardia de la Noche no tiene mucho sentido. Salvo, que hubiese una nueva amenaza, desconocida, proveniente de un norte aún más lejano. De momento, parece poco probable.

    Dicho todo lo anterior, me parece justo agradecer a George R.R. Martin por crear ‘Canción de Hielo y Fuego’. Es cierto, la serie de HBO se movió de manera más veloz que sus manos sobre el teclado de su computador y, de esa forma, debe ser el primer caso en la historia de la televisión de una saga literaria cuya adaptación televisa terminó antes que la obra original.

    En todo caso, vale la pena recordar que no es el único autor con cierres pendientes. Basta recordar a Patrick Rothfuss, quien aún no termina de escribir la tercera (y supuestamente última) parte de ‘El nombre del viento‘.

    Sí, hay otras sagas de fantasía, de tono adulto y con extraordinarios personajes, que también podrían haber sido adaptadas a la televisión (y ojalá lo hagan pronto). Pero ‘Canción de Hielo y Fuego’ fue la primera. Y eso pesa.

    Por lo mismo, es bueno recordar que ‘Game of Thrones’ es/fue la adaptación televisiva de ‘Canción de Hielo y Fuego’, y que Martin aún tiene pendiente la publicación de sus dos últimos libros.

    ¿Los finales abiertos que vimos en HBO serán los mismos que en algún momento leeremos en ‘The Winds of Winter’ y ‘The Winds of Spring’? ¿El destino de los personajes principales será el mismo? ¿La descripción de las últimas grandes batallas superará las imágenes de los capítulos finales de la última temporada? No lo sé. Pero me encantaría pensar que George R.R. Martin –quien fue guionista de un capítulo por temporada durante las cinco primeras- tiene su propia visión (la original, por cierto) de los últimos tramos de su saga. Y que cuando publique sus dos libros pendientes, habrá más de alguna sorpresa.

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