A lo largo de la historia, las obras de autoras de género han sido postergadas frente a figuras masculinas mucho más prominentes. Pero en la última década, y muy ligado a la nueva ola del feminismo, un gran grupo de nuevas escritoras se ha abierto camino en los premios más importantes de la industria, demostrando que el futuro de la literatura está en la pluma femenina.
En el mundo distópico descrito por Margaret Atwood en ‘El cuento de la criada‘ (1985), las mujeres estaban totalmente relegadas a la voluntad de los hombres fundadores del nuevo país de Gilead. La protagonista, Defred, renombrada así en honor al amo que sirve, ha sido bendecida con el regalo de la fertilidad, y por eso debe someterse a un sinfín de vejámenes.
La novela, sin embargo, no tiene un trato ideológico. No todas las mujeres son víctimas, muchas otras son cómplices del nuevo orden, la mayoría incapacitadas para concebir, pero dispuestas a ser estratificadas en un sistema de servicios jerárquicos que, divide entre quienes cumplen tareas domésticas y quienes educan sobre el nuevo régimen; pero siempre obedeciendo, cada una de ellas, al patriarcado que domina sus nuevas vidas.
La propia autora de esta novela de ciencia ficción, declaró que todo lo que se lee en sus páginas ha acontecido en algún momento de la historia, o está aconteciendo en el alguna parte del mundo. Nada se ha inventado.
Hay que conservar la calma, aconsejaban por la televisión. Todo está bajo control. Yo no daba crédito. Como todo el mundo, ya lo sé. Era difícil de creer. El gobierno entero se había esfumado. ¿Cómo lo lograron, cómo ocurrió?, escribe Defred, en su diario en ‘El cuento de la criada’ (Ediciones Salamandra 2017).
Está demás decir que la literatura de ciencia ficción siempre ha sido un espejo al futuro, y a través de él se exploran problemáticas del mañana con soluciones de hoy. Y sin duda, la relegación de la figura de las mujeres no es un fenómeno nuevo. Es algo que sucedió y sigue sucediendo, incluso en esferas intelectuales como es el mundo literario, y con mayor frecuencia, en el género de la ciencia ficción y la fantasía.
Si aterrizamos esos hechos a cifras, encontramos que solo 14 mujeres han obtenido el Premio Hugo en sus 66 años de historia. Eso corresponde al 21% de laureados, que a su vez compiten contra una abrumadora cantidad de hombres nominados.
Ursula K. Le Guin fue la primera autora en obtenerlo en 1970, 17 años después de la primera entrega, con ‘La mano izquierda de la oscuridad’, y se repitió en 1975 con ‘Los Desposeídos‘. Por otro lado, Lois McMaster Bujold es la mujer más laureada, con cuatro premios a lo largo de 15 años de actividad literaria.
Sin embargo, en la última década ese exiguo promedio de mujeres premiadas ha aumentado a un esperanzador 80%. En diez años, seis autoras han obtenido el Hugo, entre ellas Jo Walton, Ann Leckie, e incluso la tres veces ganadora de forma consecutiva, N.K. Jemisin, quien marcó un precedente al ser la única en la historia de los premios en ganar con una misma serie de libros.
Con una cifra idéntica, aunque con menos ceremonias celebradas, los premios Nébula, que se entregan desde 1965, también cuentan entre sus ganadores a 14 mujeres. Dentro de estos galardones se repiten muchos nombres, como es el caso de K. Le Guin, quien lo obtuvo cuatro veces, siendo la persona más premiada hasta la fecha. Y también ha posicionado a otras autoras, como Octavia E. Butler, Naomi Novik y Charlie Jane Anders, cuyo éxito en el certamen ha ido de la mano con la fama de sus publicaciones.
Ese aumento en el número de autoras condecoradas abre un nuevo horizonte a las escritoras de ciencia ficción y fantasía, cuya presencia, según Concepción Perea (1978), autora española del género con obras como ‘La corte de los espejos’ y ‘La última primavera‘, siempre ha sido accidental, sobre todo en el mundo hispanoparlante.
Durante una época hubo un número importante de autoras tanto en la fantasía, como en la ciencia ficción: Louise Cooper, Ursula K. Le Guin, C. J. Cherryh, Octavia E. Buttler, Joana Russ, Lois McMaster Bujold, por nombrar sólo a las más conocidas. Pero esta tendencia bajó casi de un modo repentino y la aparición de autoras se volvió anecdótica. Esto hablando del mercado anglosajón, en el hispano las autoras de género siempre hemos sido casi anecdóticas, pese a que aparecían algunas que destacaban, se trataba de casos aislados. De nuevo en los últimos años esto parece estar cambiando, pero muy lentamente, comenta Perea a NerdNews.
Adelantadas a su época
La ciencia ficción se ha caracterizado por situarse en escenarios que muchos años después de ver la luz se pueden encontrar fácilmente en la realidad. Lo hizo Philip K. Dick con ‘Sueñan los androides con ovejas eléctricas’, y la idea de una inteligencia artificial fuera de control; lo hizo Frank Herbert con ‘Dune’ y la posibilidad de agotar los recursos con la extracción indiscriminada y la corrupción. Y lo han hecho tantos otros a lo largo de los años.
No obstante, algo distingue a la literatura escrita por mujeres de la de los hombres: muchas veces son otras mujeres las protagonistas de esas historias, y ellas sufren las consecuencias de nacer y crecer en sociedades negligentes. También, en sus obras existe espacio para sexualidades divergentes, provocadoras para sus respectivas épocas, y que, según Concepción Perea, responde a una mentalidad mucho más abierta.
Las mujeres nos planteamos más nuestra sexualidad porque sentimos la presión de los roles de género y por lo tanto no podemos dejar de pensar en ellos, y esas reflexiones se plasman en lo que escribimos, explica.
Autoras como la estadounidense V. E. Schwab, han introducido estas temáticas en obras de fantasía orientadas a lectores jóvenes, lo que significa un gran cambio para las nuevas generaciones. Ahora pueden ver sus realidades retratadas en las páginas de un libro. Pueden observar que aquello que se le has instaurado que está mal, es natural y aceptado en las líneas de una obra como ‘First Kill‘ o ‘La Vida Invisible de Addie LaRue‘, ambos bestsellers, sin abandonar el género que convoca a este texto: la fantasía y la ciencia ficción.
A su vez, la pluma de muchas autoras es utilizada como arma de denuncia, y pone en discusión temas que se mantienen ocultos, o a los que simplemente se les da la espalda. Hay un espíritu de denuncia, de necesidad de ruptura, dice la también directora de la escuela Caja de Letras.
El futuro del género
A las mujeres se nos exige más en general en todos los ámbitos, el literario no es una excepción, dice la autora, quien reconoce que la falta de crédito al trabajo y obra del género femenino no es una singularidad, sino que se da en todos los entornos, incluso en aquellos más intelectuales. El mundo literario no ha sido la excepción a la regla frente a la falta de representación de mujeres.
Los que mismos que se oponen a la necesidad de que a las mujeres se les permita publicar sus obras, se han encargado de desvalorizar el aumento de autoras en la escena, acusando que se trata de un ardid que obedece a una agenda política ligada al feminismo. Argumento intencionado a quitarle todo mérito a las obras.
Sobre ese punto, Concha Perea considera que no hay segundas lecturas, la reciente y creciente notoriedad se debe a la calidad de las autoras: Evidentemente [el éxito] es en parte gracias a la lucha del movimiento feminista, eso ha permitido que nos planteemos que no hay un motivo bueno para negar a las autoras la posibilidad de publicar y ser leídas. Pero esto responde más a una respuesta lógica para una demanda social que a una malvada conspiración. Llamar agenda política a las reivindicaciones sociales y laborales del movimiento feminista es bastante perverso.
Pese a aquello, la autora ibérica se mantiene optimista, y ha visto con alegría y esperanza como los títulos escritos por mujeres aumentan en las estanterías de las librerías. Sobre todo, aquellas publicadas por editoriales independientes, las empresas literarias más dispuestas a difundir novelas de género de plumas femeninas. A las grandes editoriales en general les hace falta aún un esfuerzo real, que no se quede en el gesto puramente publicitario. A pesar de esto vamos a avanzando y veo muy difícil que esta tendencia se revierta en los próximos años, dice.
Hay que ver cómo ha aumentado el número de autoras jóvenes y la respuesta positiva de un público que tiene cada vez menos prejuicios a la hora de escoger los títulos que lee, explica Perea. Y a ese gran número de nuevas voces se suma la reedición y traducción de obras editadas durante el Siglo XX, que hoy logran un nuevo albor, incluso gracias a las adaptaciones televisivas y cinematográficas. Además, creo que el enfoque que [las mujeres] podemos dar estos géneros tiene un toque original y rompedor. Hemos llegado para quedarnos y tenemos mucho que aportar, concluye la autora.