El cómic Conan Rey de Dark Horse, es una excelente adaptación del personaje de Robert E. Howard: Todos los títulos que componen esta obra están escritos por Timothy Truman, dibujado por Tomás Giorello y coloreados por José Villarubia. Por Escudo de Roble
Cuando Robert E. Howard (1906-1936) escribía para la famosa revista Weird Tales (donde su más destacado escritor -y con justa razón- fue Howard Philips Lovecraft) entendía perfectamente que la revista estaba dirigida a los sectores populares de EEUU.
Howard comprendía a cabalidad que los cuentos Pulp debían entretener al obrero, a los y las escolares, a la mujer que atiende el negocio de rosquillas de alguna calle de Nueva York, al tipo que reparte diarios por los barrios de Manhattan, al chofer de bus que cruza la ruralidad de Texas. A toda esa gente, que además, estaba siendo azotada por la Gran Depresión.
Howard, hombre duro de alma sensible, entendió bien quién eran sus lectores. Por ello, no tuvo una pretensión de escribir alta literatura; sino el talento honesto de entender su oficio y realizarlo con nobleza. En ese marco desarrolló Conan: Un héroe duro para tiempos duros.
Lo hermoso de todo esto, es que en la literatura popular -y vista incluso como vulgar- siempre existe una sabiduría sencilla de entender, y tal vez por ello más certera, y porqué no decirlo: también más confiable. Todos estos personajes populares, si bien, tienen varias dimensiones, siempre hay una en ella que es clave. En ese sentido, lo clave para entender a Conan es, que la percepción del cimerio sobre cómo funciona el mundo es más interesante que el mismo mundo que él habita.
Primero partamos por el aspecto de Conan, el cual retrata mucho de cómo es él, y además es una declaración de principios del escritor. Conan es un tipo de pelo negro, ojos hoscos y con una espada en la mano. Un ladrón, un saqueador, un asesino triste y ufano al mismo tiempo dispuesto a pisotear con sus sandalias los enjoyados tronos de la Tierra. Así lo define Howard.
Como se puede leer en la descripción, ya en los años 30 Robert E. Howard comprendía que la santidad y la pureza de los héroes clásicos no eran viables para el ciudadano a pie de EEUU, o que un héroe popular -como lo es Conan- no podía pretender parecerse a Jesús (que es el héroe absoluto de occidente), porque Conan jamás colocaría la otra mejilla, porque quienes leían las historias del cimerio ya estaban hastiados de colocar la otra mejilla.
Howard finalmente lo que desarrolló fue un personaje con consciencia de clase, de rasgos toscos y morenos, más parecido al obrero que construyó el Empire State que a los millonarios que le gustaba habitarlo.
Como gran ejemplo de esta psicología de clase del cimerio, está en una de las mejores adaptaciones al cómic que se han hecho sobre el bárbaro: Conan Rey de Dark Horse. Todos los títulos que componen esta obra están escritos por Timothy Truman, dibujado por Tomás Giorello y coloreados por José Villarubia.
En una de estas historias, el cimerio recuerda que cuando era más joven y ya siendo Rey de Aquilonia, fue a la guerra con 5.000 mil hombres para prestar ayuda a su aliado Amalrus de Ophir, pero este fue traicionado en combate y sus hombres fueron aniquilados. Y mientras batallaba como un león, el hechicero Tsotha-Lanti lo hizo desmayarse mediante una tetra y fue aprisionado y llevado hasta la Ciudadela Escarlata. En el salón real de la fortaleza de la ciudad, fue presentado frente a otros reyes como prisionero. Estos le ofrecieron al Rey Conan que abdicara a sus tierras y traspasara sus títulos a cambio de su vida, pero la respuesta de Conan a la humillante oferta de estos reyes, fue épica:
¿Os atrevéis a quedaros ahí sentados, sorbiendo vino, y darme clases de realeza? ¡Vuestros padres os sirvieron la corona en bandeja de plata! Vosotros heredasteis… ¡yo lo tomé! El anterior rey de Aquilonia, Numedides, eran tan imbécil como vosotros. ¡Su tierra se la rifaban sus varones! ¡Su gente se moría de hambre! ¡Yo salí del barbarismo y me quedé con su trono! ¡Hoy, ningún noble se atreve a maltratar a los súbditos de Aquilonia! ¡Todos tenemos voz! ¡Todos comemos! ¿Y vosotros? ¡Vuestros barones conspiran contra vosotros y vuestros hijos intentan envenenaros! ¡Para mantener el poder, asfixias a vuestra gente a impuestos!. Acto seguido los amenaza y se abalanza contra ellos.
Otro ejemplo, es cuando el anciano y nostálgico Rey Conan, reflexiona haciendo largos monólogos junto a su escriba Pramis, quien está encargado de transcribir las memorias del cimerio. A Pramis, antes de contarle una historia le habla sobre el precio de lo que es reinar, y le dice que hacerlo tiene grandes recompensas y que no lo niega, ha disfrutado de todas ellas, pero le asegura que es una maldición, y cierra reflexionando: Los hombres deben ganarse el derecho a liderar, no nacer con él. Los bandidos, los corsarios, mis propios cimerios… sabemos que es así. Quizá por eso los de alta cuna nos teman tanto.
Una línea corta pero con un mensaje que engloba con precisión el universo psicológico del cimerio.
Tal vez se estén preguntando, ¿cual es la razón de traer a colación al más emblemático personaje de Robert E. Howard al Chile actual?
Es sencillo: la furia barbárica la hemos visto en las calles hace años. Todo esa ira de Conan la hemos visto hace rato en todos nosotros, y lo increíble, es que de apoco -tal como dijo Conan- hemos dejado la barbarie atrás para llegar a ser reyes.
Y la lección de Conan es simple. Para llegar a ser Rey no tuvo que ser ni niño índigo ni un iluminado, él se autoconstruyó luchando entre bares, calles y calabozos. Y es más, aprendió tempranamente a desconfiar de hechiceros y prestidigitadores. De hecho, en el mencionado cómic afirma:
Nunca me han gustado ni los acertijos ni las profecías. Puede que haya llegado a ser Rey de Aquilonia, ¡pero nunca dejaré de ser un cimerio! El Dios Crom solo le dio un mandamiento a mi gente: busca tu destino.
Esperemos que el Dios Crom nos proteja mientras en Chile estamos forjando nuestro destino. Larga vida al Rey Conan; que largo sea su reinado.