En el mundo de los videojuegos, en especial en esta era donde existe un clima generalizado bastante tóxico y a mi parecer, idiota, donde cada cosa que se anuncia inmediatamente se ataca por diferentes motivos (ahora esta de moda llamarle “woke” a todo), parte de la comunidad ve a los desarrolladores como simples empleados de grandes compañías de videojuegos y son criticados constantemente por sus proyectos.
Incluso, y en esa misma línea bastante infantil, muchos dicen (desde sus cuentas en X con avatares con personajes de anime) sentirse felices cuando un lanzamiento falla y son despedidos, como si el hecho de que una persona (quizás padre de familia) pierda su empleo, fuera motivo de celebración porque no te gustó el juego en el que trabajó.
Pero lo que creo es más importante, es que los jugadores olvidan que estos devs son gamers también como ellos, muchos apasionados y en especial por juegos que han dejado su marca en la industria y la comunidad.

Algunos de ellos son los del talentoso equipo del estudio desarrollador Virtuous, quienes junto a Bethesda Game Studios están detrás del genial “The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered”, nueva versión del clásico RPG con el cual confirman ser unos gamers apasionados. Esto, ya que el remaster es una carta de amor hacia aquel título, presentando una renovación fundamentalmente gráfica, con un “lavado de cara” por medio del motor Unreal.
Pero en algo que se puede ver como bastante inteligente o arriesgado, han mantenido muchos aspectos del juego original, a pesar de ser recordados como bastante feos (sí, hablo de los diseño de personajes) o molestos, comparándolos con los estándares actuales en la industria.
Con aquello, el estudio deja en claro su principal objetivo o pretensión con esta nueva versión del clásico: que la fantasía no siempre tiene que ser pulida o coherente para ser profundamente entretenida y mantenerla llena de mucha comedia, en parte involuntaria.
Y es lo que han hecho con este remaster, reviviendo un título que, aunque imperfecto desde su concepción, supo capturar la esencia de la exploración libre, la narrativa emergente y el caos encantador que tanto define a la saga “The Elder Scrolls”.
Narrativa y características que siguen igual de caóticas y extrañas, pero sobre todo, totalmente entrañables
Todo comienza como en 2006, como en el “Oblivion” original, en una celda húmeda, oscura, en las profundidades de la Ciudad Imperial. Nuestro protagonista, creado mediante un editor visual completamente renovado, cruza su destino con el del emperador Uriel Septim, que huye desesperadamente por los pasadizos subterráneos junto a sus guardianes, las Espadas. La amenaza de la Mítica Aurora, una secta fanática devota del daédrico Mehrunes Dagon, ya ha cobrado sus primeras víctimas, y la carga del destino recae, cómo no, sobre nuestros hombros.

Después de aquello, la premisa es clara y llamativa: portales al mismísimo infierno (Oblivion) están apareciendo por toda la provincia imperial de Cyrodiil, territorio donde ocurre la aventura, trayendo consigo hordas de criaturas y mucho terror. Una historia llamativa y que los veteranos jugadores del Oblivion original recuerdan cómo épica aunque, en la práctica, es innegable que su desarrollo es irregular.

Aunque existen momentos memorables y consecuencias importantes para el universo de The Elder Scrolls, muchas veces la narrativa principal se siente desconectada del resto del juego. Tiene una atmósfera poderosa, pero no termina de cohesionarse con el resto de la experiencia, pero, también para su comunidad, por años esto no ha sido un problema. Aquello porque, como ocurre con otros títulos de Bethesda, lo verdaderamente interesante está en su mundo abierto.
Cyrodiil es un territorio vasto y lleno de posibilidades, donde fácilmente puedes ignorar la trama central por completo y sumergirte en cientos de misiones secundarias, explorar ruinas infestadas de vampiros, aliarte con gremios de magos o asesinos, convertirte en campeón de la arena o simplemente ayudar a aldeanos con sus problemas locales. En este aspecto, el juego premia la curiosidad del jugador, y lo hace con recompensas tangibles y, muchas veces, inesperadas.

Todo lo anterior dentro de un mapa que, obviamente, sigue igual de gigantesco, con regiones tan dispares como las costas doradas de Anvil o las montañas nevadas de Bruma. Además, esta versión incluye por defecto dos de las mejores expansiones que ha tenido la saga: Knights of the Nine y Shivering Isles. Esta última, en particular, es un deleite que ha sido remasterizada con especial cuidado, manteniendo su icónica entrada y su mundo caótico e hipnótico como una experiencia que sigue brillando incluso después de tantos años.
Manteniendo lo que con el tiempo, se ha convertido en parte de la personalidad del juego
Junto a su trama, Oblivion Remastered ha mantenido los defectos estructurales del original, algunos de ellos como el minijuego de persuasión que se ha vuelto icónica por su extrañeza. Las texturas y animaciones de los NPC fueron retocadas, se añadieron nuevos hechizos y se arreglaron misiones rotas, pero muchos de los elementos absurdos, como grabaciones de voz fallidas o comportamientos extraños, se mantuvieron intactos.
Sin embargo, ahí está parte de su encanto, ya que Bethesda construyó en su momento un mundo con alma, con sistemas que, aunque rudimentarios por momentos, ofrecían una profundidad que aún hoy sorprende.
Virtuos lo entendió y decidió no intervenir más de lo necesario.

Algo que muchos de quienes estamos amando el remaster agradecemos, porque al final, esos detalles, aunque técnicamente cuestionables, son lo que hacen que Oblivion se sienta vivo, impredecible y profundamente personal.
Dándole una segunda vida al clásico, por medio de un lavado de cara acorde al hardware de estos tiempos
Acerca de sus gráficos y diseño artístico, basta con salir de los túneles al inicio del juego para notar que esto no es un simple remaster. El entorno no solo luce diferente, sino que mejor. El Lago Rumare refleja con precisión la luz del atardecer, las Ruinas Ayelid se alzan con un nuevo nivel de detalle, y el viento mueve las hojas de los árboles con una naturalidad que hace imposible no detenerse a admirar el paisaje.
Desde los primeros compases, “The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered” deja claro que no estamos ante una simple remasterización, sino frente a una verdadera reinterpretación visual y técnica de uno de los títulos más queridos del universo “Elder Scrolls”. La escena de apertura, completamente reconstruida con el poder de Unreal Engine 5 (gráficos) de la mano con Gamebryo (gameplay), marca el inicio de un viaje familiar y, al mismo tiempo, sorprendentemente nuevo.
Uno de los aspectos que más llama la atención desde el principio es la mejora sustancial en los modelos de los personajes. Todas las razas jugables han sido rediseñadas, desde los elfos hasta los orcos, pasando por los Khajiit y los Argonianos, ahora todos presentan una estética mucho más cuidada y cercana a lo visto en The Elder Scrolls Online.
Esta actualización pone fin al aspecto anticuado de algunos modelos anteriores, como los famosos orcos de apariencia plástica, y permite que cada jugador cree un personaje visualmente atractivo, independientemente de la raza. Se han renovado peinados, tonos de piel y estructuras faciales, otorgando una mayor profundidad y personalidad a cada figura. Pero de todas maneras, se ha mantenido ese toque de rareza característico en los diseños, que siempre se ha sentido “feo”, pero que hemos abrazado y defendido como “una belleza diferente”.



La renovación no se limita a los personajes jugables. Todas las criaturas del juego han recibido un tratamiento visual detallado, desde los monstruos hasta los animales salvajes. Destacan rediseños como el del Atronach de fuego, ahora más imponente y moderno, o el Atronach de carne, cuyas cicatrices y costuras son más visibles y escalofriantes. Incluso los fantasmas han sido completamente rediseñados para encajar mejor con la nueva atmósfera del juego, que ahora apuesta por un tono más realista.
Este realismo también se extiende a la ambientación y al entorno. Las armas y armaduras han sido reconstruidas con un nivel de detalle excepcional. Cada pieza cuenta con una identidad propia que va más allá de la funcionalidad: ahora son verdaderas obras de arte en movimiento. En términos generales, los objetos del juego no solo se ven mejor, sino que se sienten mejor.

Eso sí, hay un cambio notable en la dirección artística, el cual es el colorido fantasioso de la versión original, gracias al motor Gamebryo, ha dado paso a una paleta más realista. Aunque los paisajes siguen siendo hermosos, el mundo de Oblivion ahora respira con un tono más sobrio y tangible. Puede que algunos nostálgicos extrañen la viveza cromática del 2006, pero es difícil no rendirse ante la majestuosidad del nuevo acabado visual.
La versión que jugué es la de Xbox Series y en general he tenido un buen rendimiento, aunque la comunidad y medios que han realizado pruebas técnicas han reportado algunos bugs , sobre todo en el port para PC.
Como ejemplo de cómo se ve, dejo un video realizado con clips capturados desde mi consola, con el juego corriendo con el la opción de calidad en su configuración gráfica (tiene otra de rendimiento con menos resolución corriendo a 60 FPS).
Además, comparto uno de los videos comparando las versiones del título en las diferentes plataformas lanzadas.
Conclusión
Al final, “The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered” es una celebración de un clásico que marcó a toda una generación que llega en forma de una remasterización hecha con cariño, respeto y ambición, la cual me gustó mucho.
Respeta el legado del original mientras aprovecha al máximo las posibilidades tecnológicas actuales para ofrecer una experiencia más envolvente y espectacular. Si jugaste Oblivion en su momento, esta versión te hará redescubrir con asombro, Y si eres nuevo en este mundo, difícilmente encontrarás una mejor puerta de entrada a uno de los universos más ricos del rol occidental.

Es que como ya ha pasado con muchas buenas remasterizaciones recientes, “The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered” se transforma en la versión definitiva para jugar este título. Un trabajo, hecho con tanto tanto amor, que aunque suene contradictorio reconocer que tenga ciertos errores, esto lo mantiene vigente y como adelanté, fue una decisión genial y valiente. No es perfecto, ni pretende serlo, pero ahí, en su mezcla de caos, humor involuntario y profundidad jugable, está su verdadero valor.
Como sea, Cyrodiil nunca se vio tan bien.