Por Ernesto Garratt
El documental “Vicente Ruiz: A Tiempo Real” de Matías Cardone y Julio Jorquera viaja al pasado, una exploración a los años 80s, al Chile de la contracultura underground cristalizada en la figura de Vicente Ruiz: provocador de performances inolvidables y una fuerza de la naturaleza que atrajo en torno a si a una troupe vanguardista de colaboradores.
Aunque se trata de una mirada pretérita,“Vicente Ruiz: A Tiempo Real” paradójicamente nos mira directo a los ojos, como si fuera un salto temporal a nuestro presente 2022 lleno de cambios sociales y políticos y culturales. Es decir, se trata de un lúcido viaje al futuro desde la contracultura de los años 80s y una curva dramática tremendamente humana, emocional y, por eso, irresistible.
Mediante una acuciosa investigación basada en abundante material de archivo, un material de una valía inconmensurable, y un montaje rápido y ágil justamente con ese material, la voz en off del propio Vicente Ruiz nos va guiando por este baúl de sus recuerdos: un álbum familiar y laboral de lo que representaban esos años de apagón cultural la cultura y su caparazón para encarar una realidad de sumo hostil en un país en pleno rodaje neoliberal.
El documental se mete de este modo en la cabeza del propio Vicente Ruiz pero además se deja entrar a esta historia a los otros protagonistas que acompañaron emocional y artísticamente al autor de varias performances, desde Jacqueline Fresard, pasando por Consuelo Castillo hasta figuras señeras de nuestra cultura pop como Patricia Rivadeneira y un solitario Jorge González.
Con elegancia, lucidez, tino y una progresión dramática que se agradece,“Vicente Ruiz: A Tiempo Real” arma un perfil alucinante sobre una generación con un capital cultural enorme para la época y cuya visión de rayos X sobre la niebla de ignorancia que oscurecía a nuestro país, les llevó a anticiparse décadas a sus pares, censores y público que miraba atónito, por ejemplo, un escandaloso desfile de modas en el Museo de Bellas Artes a favor de los pacientes de VIH que no hacía sino presagiar los valores sociales de un tiempo con los del presente.
Algún día alguien debería aterrizar todo este excelente y rico material a una versión ficcionada de esta historia: el relato de un grupo de viajeros del tiempo que desde los años 80s se movieron, sin saberlo y armados de sus creencias, sensibilidades y valores artísticos, al corazón de nuestro presente. Gran documental. No se lo pierda.
